La revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC) arranca en un contexto mucho más complejo que el de su firma en 2018. Hoy el comercio mundial se encuentra marcado por la guerra económica entre Estados Unidos y China, el regreso de medidas proteccionistas y la búsqueda de Donald Trump de reequilibrar las cuentas con sus principales socios comerciales. Para México, que en el periodo enero-julio de 2025 se consolidó como el primer socio de Estados Unidos con exportaciones por 310 mil millones de dólares, dentro de un comercio bilateral que supera los 450 mil millones en ese lapso, las consultas públicas que se abrieron este mes son apenas el inicio de un proceso que se anticipa difícil y desgastante.
Ayer, el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, anunció que este miércoles se publicarán en el Diario Oficial de la Federación las bases para las consultas públicas sobre la revisión del tratado. Dichas consultas se llevarán a cabo hasta enero de 2026 y permitirán la participación de sectores productivos y ciudadanos, en un ejercicio que México coordina con Estados Unidos y Canadá. Con ello, arranca formalmente la etapa preparatoria de la renegociación y se establece un calendario que servirá como hoja de ruta política y técnica en los próximos meses.
El arranque de esta revisión ocurre junto con la decisión del gobierno mexicano de imponer aranceles de hasta 50% a productos provenientes de China y de países con los que no existen acuerdos comerciales vigentes. Esa medida, defendida por la Secretaría de Economía como una acción para proteger a la industria nacional, envía una señal doble: por un lado, la voluntad de alinearse con Estados Unidos en su guerra comercial contra China; y por el otro, el riesgo de tensar la relación con un socio que en los últimos años ha incrementado su inversión y presencia en México.
En esta columna revelé que Ebrard ha puesto sobre la mesa la reducción del superávit comercial que tiene México con Estados Unidos, especialmente en sectores como automotriz, acero, aluminio y agroalimentario. En paralelo, la administración Trump ha endurecido su postura en industrias como la aeronáutica, obligando a Aeroméxico y Delta a desmantelar su alianza a partir de enero de 2026, y mantiene la amenaza de imponer aranceles inmediatos a distintos productos si no se avanza en concesiones. Se trata de una estrategia consistente con lo que ha hecho con la Unión Europea y China, en cuanto a presionar hasta el límite para obtener concesiones.
En ese escenario, México enfrenta una negociación difícil no solo por las asimetrías económicas sino por la presión política. Trump necesita mostrar victorias rápidas en comercio exterior y el TMEC se ha convertido en un objetivo clave. Lo que está en juego no son solo capítulos específicos del tratado, sino la relación de confianza que ha permitido que Norteamérica opere como un bloque competitivo frente a Asia y Europa. México llega con la ventaja de su integración en las cadenas de suministro estadounidenses, pero con vulnerabilidades como la dependencia de las exportaciones automotrices, la presión sobre la política energética y la disputa por las reglas de origen.
El equipo mexicano que participe en estas rondas será determinante. Por Economía estarán Ebrard y su subsecretario de Comercio Exterior, Luis Rosendo Gutiérrez, con experiencia en misiones comerciales y negociaciones bilaterales. La Secretaría de Relaciones Exteriores sumará al canciller Juan Ramón de la Fuente, que servirá de enlace diplomático, mientras que Hacienda, encabezada por Edgar Amador, tendrá un rol crucial en el análisis de impacto fiscal de eventuales concesiones. No menos importante será la participación de la Secretaría de Seguridad, de Omar García Harfuch, que tendrá que atender la creciente presión de Estados Unidos para que se refuercen las medidas contra el contrabando y el narcotráfico en la frontera. La Sader se alista también para defender al campo mexicano de posibles restricciones.
En el llamado “cuarto de punto” estarán empresarios y representantes de la iniciativa privada, encabezados por el Consejo Coordinador Empresarial y su presidente, Francisco Cervantes. También participarán cámaras del sector automotriz, acerero, textil y agroalimentario, debido a que sus intereses estarán en la mesa de negociación. A diferencia de 2018, cuando México llegaba a la mesa con un frente empresarial dividido, hoy hay mayor cohesión, aunque persisten tensiones internas sobre qué sectores deberían ceder más para preservar el acceso preferencial al mercado estadounidense.