Piedra Imán
Manuel Zepeda Ramos
Se abrió la puerta negra
Torrijos. El que gobernó Panamá. El general del aire que murió en vuelo en un caza supersónico del ejército de su país con grandes sospechas de haber sido ejecutado.
Hablo de Omar Torrijos, el patriota panameño que rescató el Canal para su pueblo.
En los momentos álgidos del cambio de “propietario”, cuando faltaban pocos días para que los gringos entregaran a los panameños el indispensable y rápido vehículo de comunicación entre dos océanos, Omar Torrijos fue entrevistado por la prensa internacional en muchas ocasiones. Era, mediáticamente, el personaje del mundo en ese momento.
Uno de ellos le pregunto:
—General Torrijos: ¿Usted quiere entrar a la historia?
El presidente panameño le contestó a botepronto:
—¡Yo quiero entrar al Canal!
Hoy, el momento se repite.
Son muchos personajes del mundo quienes, aunque no lo quisieran, habrán de entrar a la historia.
Es una larga película de varios años en donde el Vaticano, Cuba, Canadá y los Estados Unidos fueron protagonistas principales. La sinergia funcionó.
Llamadas telefónicas entre Barak Obama y Raúl Castro. Reuniones en el vaticano entre funcionarios cubanos y americanos. Reuniones en Canadá con representantes de Cuba y Estados Unidos. Llamadas telefónicas del Papa Francisco con Obama, Castro y Harper. Muchas horas de cabildeo de todo tipo en meses intensos. El esfuerzo valió la pena. Ya hay resultados.
De repente, en la mañana del miércoles, Cuba anuncia la liberación de Alan Gross, un contratista norteamericano en sistemas que fue detenido en Cuba hace cinco años acusado de instalar redes que dañarían al estado cubano. La noticia corrió como agua desbordada. Raúl Castro estaba dando la noticia al tiempo que un avión norteamericano aterrizaba en Rancho Boyeros, ahora el Aeropuerto Internacional José Martí.
Del lado de Estados Unidos, también hubo señales positivas. Obama anuncia por medio de su vocero la liberación de tres ciudadanos cubanos acusados de espionaje y de inmediato viajaron a Cuba siendo recibidos en el acto por el Presidente de Cuba.
El mecanismo de varios años planeado y acordado en la cumbre empezaba a funcionar.
Obama anuncia de inmediato, a propuesta de Raúl Castro, la gran posibilidad de viajar a la isla, sin ninguna cortapisa, a las familias cubanas en el exilio. También se anuncia el envío de remesas en dólares desde Estados Unidos para las familias radicadas en Cuba. El presidente de la nación más poderosa de la tierra anuncia la apertura formal de su embajada en la Habana. La noticia bien guardada causa, en la Habana y en el centro del chisme cubano en Miami, resultados explosivos de gusto y felicidad en los habitantes de la isla, pero de rechazo entre algunos de los exiliados que califican de traición al gobierno estadounidense que esperaban la destrucción absoluta de la revolución construida durante tantos años. La separación de familias de decenas de años que impidieron enterrar a sus muertos con todo lo que eso implica para el latinoamericano empezará poco a poco a desaparecer del imaginario cubano y, la idea de volver a ver a los ancestros vivos dejará de ser obsesión que marca y que destruye para volverse una realidad absoluta, mientras los radicales aprenden a valorar el significado histórico del suceso.
Las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos se empiezan hacer realidad.
Sin embargo, aparece un tema que preocupa al mundo entero: El bloqueo económico, que ha sido censurado por propios y extraños desde hace muchos años.
Desde 1961, a partir de la crisis del Caribe que descubre en plena Guerra Fría misiles con cabezas nucleares instalados por los rusos en la isla a solo 90 millas del territorio americano, que estuvo en un tris de iniciar la tercera guerra mundial, hizo que Estados Unidos decretara un bloqueo económico a la isla, sin precedentes en la historia del mundo. Durante más de 50 años, con cientos de atentados a la vida de Fidel Castro sin resultados, así como siembra de enfermedades pecuarias y humanas de todo tipo, los habitantes cubanos resistieron heroicamente.
Ahora que podría volverse realidad el reclamo que el mundo le hace a Estados Unidos, el Partido Republicano se opone férreamente, sin mayor pensamiento que el triunfo electoral dentro de dos años, a costillas del desprestigio del presidente Obama.
En estas páginas he escrito muchas veces que Fidel Castro, el día en que el bloqueo se levante, podría ya morir en paz porque habrá significado que Cuba entró a la normalidad de una vida digna de relación con el mundo entero. El país se convertirá en una democracia en crecimiento, porque para eso se ha preparado, con todas las fortalezas que ha construido a lo largo de más de medio siglo de revolución. En pocos años se significaría en la competitividad global para ser una nación altamente productiva, para bien de las nuevas generaciones de cubanos.
En esta ocasión la puerta negra, tan popular en la música vernácula de México, fue abierta no de tres sino de cuatro candados con la voluntad de Francisco, Barak, Raúl y Stephen que son, ni más ni menos que el Papa, El Presidente de Estados Unidos, el Presidente de Cuba y el Primer Ministro del Canadá.
Que sea para bien de Cuba y de la humanidad entera.
Nos comunicamos en enero. ¡Feliz Navidad y mejor 2015!