Sin tacto
Por Sergio González Levet
Iñárritu ¿héroe?
No se trata aquí de minimizar el tremendo éxito que ha conseguido nuestro admirado compatriota Alejandro González Iñárritu. No, rotundo, ni mucho menos.
No obstante, sería bueno poner en punto lo que significa esa premiación para el cineasta… y para México.
Es una verdadera hazaña conseguir tres óscares en una sola noche, cuando verdaderas estrellas de la pantalla no han conseguido uno en toda su vida, como Peter O’Toole (a quien la Academia tuvo que darle en 2003 un Oscar Honorífico, para tratar de paliar la injusticia contra tan grande actor, que recibió ocho nominaciones y nunca ganó la estatuilla), y junto con él Richard Burton (seis nominaciones), Glenn Close (seis nominaciones) y John Travolta (dos nominaciones), entre los clásicos, y Leonardo Di Caprio (cinco nominaciones) y Johnny Deep (tres nominaciones) entre los contemporáneos.
González Iñárritu (conocido entre los gringos como “yi iñeirrutou”) es parte de un grupo consolidado de cineastas mexicanos que prácticamente han conquistado la Meca del cine: los directores Alfonso Cuarón (que también ganó el Óscar a mejor director hace un año) y Guillermo del Toro, y con ellos el fotógrafo Emmanuel el Chivo Lubezki Morgenstern (premiado el año pasado y éste), el sonidista Martín Hernández, el musicalizador Antonio Sánchez, y tampoco olvidar al guionista y director Guillermo Arriaga, que se separó profesionalmente de González Iñárritu después de la cinta 21 gramos.
Bien, para nuestro país este premio significa que un compatriota ha demostrado que los mexicanos podemos hacer bien las cosas en los más altos niveles de la industria cinematográfica comercial, así como lo demostraron en el cine serio de Cannes, en donde el propio AGI recibió sendos premios por Amorres perros y Babel, así como Carlos Reygadas y Amat Escalante.
Chistoso que nuestros cineastas triunfen en todo el mundo y que en México la industria cinematográfica esté tan de capa caída.
Ahí es donde me pregunto qué están haciendo esos triunfadores por el cine nacional. ¿Será que aportan algo de sus ganancias para invertir en proyectos mexicanos? ¿Apoyan a nuestros artistas para que sean tomados en cuenta en las grandes producciones hollywoodescas?
Cuando don Alejandro se queja —no sin razón—, al recibir uno de sus óscares, de que no tenemos el gobierno que nos merecemos, yo me pregunto qué hace él para que consigamos ese objetivo. No lo he visto interviniendo en política, ni lo querría ver. Probablemente sería un mal diputado, y perderíamos a un gran cineasta.
Lo fácil es pararse en un escenario, criticar… y de ahí irse a celebrar su merecido triunfo con sus cuates.
Me hubiera gustado más escuchar de él una propuesta, un programa, una idea hilada en favor de que mejoren las cosas para nuestro hermoso país. Me hubiera encantado que dijera que pensaba hacer una película en la que se denunciara lo mal que se hace en México, pero que también propusiera caminos que podemos emprender para la mejoría.
Perdóneme, señor González, pero mejor se hubiera visto con un discurso bien pensado y no con una lamentación estéril.
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