POLIANTEA
Pensamiento y libertad de expresarlo
Rubén Pabello Rojas
Ciertamente nadie es dueño de la verdad absoluta. Nadie tiene el monopolio de la sabiduría y por consecuencia nadie puede arrogarse el derecho de ser el depositario de la Libertad de Expresión, que, por lo tanto, es potestad universal del ser humano.
La ley otorga a toda persona el derecho inalienable de decir lo que piensa mientras no rompa con las limitantes que la propia norma prohíbe. Quien se ajuste a las reglas puede manifestar lo que desee. Así de fácil.
Carmen Aristegui es un fenómeno producido por el mecanismo actual de ejercer la función de informar, comunicar, analizar y comentar la noticia, desde el momento en que sucede, hasta la forma en que se desarrolla y las consecuencias que ocasiona. Como ella, todo comunicador, informador o comentarista, está en su pleno derecho de expresar sus ideas. Ninguna ley o autoridad puede ir en contra de este principio fundamental.
Lo que sí puede limitarse es el método o la manera de ejercer ese derecho. Ahí sí hay asegunes. Se pueden expresar las ideas y el pensamiento propio sin cortapisa, siempre y cuando no se utilicen medios ajenos que tengan su propio método, criterio o política interna para, a su vez, expresarse; lo que también constituye un derecho.
El pensamiento y su expresión tienen validez intrínseca pero no en todos los casos se tiene que exteriorizar de modo idéntico. Hay matices y cada quien, persona o empresa tiene su ámbito especifico para divulgarlo. De ahí que si una empresa que contrata a alguien para desempeñar un trabajo dentro de su espacio, bajo su normatividad, está en su pleno derecho de separar a quien no observe las reglas, sin necesidad de atender criterios equívocos relacionados con la libertad de expresión, que es otra cosa distinta.
Aristegui es un icono. Se ha labrado a pulso su lugar; que nadie discute y todos celebran. Pero de eso a que pretenda someter a su patrón a formas fuera de las políticas de su empleador, es donde ella debe hacer conciencia profunda de sus alcances. A veces la fama y los arrullos de los admiradores, fans y coros inducen a la sobrevaloración, a la soberbia y a perder el piso, por muy bien calificado que esté el trabajo ejecutado con alto profesionalismo.
Bienvenida, la misión de Carmen Aristegui como reconocida comentarista analítica de los acontecimientos que preocupan al pueblo mexicano; es altamente estimada su tarea. Sin embargo, su bien ganada fama no le concede actuar sin ajustarse a las pautas que rigen la empresa donde presta sus servicios. No debe haber confusión entre ejercer sin trabas la libertad de expresión y entre utilizar canales ajenos para hacerlo.
En otro tema, se acerca la fecha de las elecciones para renovar la cámara baja del Congreso federal. El 7 de junio próximo los mexicanos elegirán a sus diputados federales. Se afirma que esta vez tiene ingredientes novedosos, y es cierto. Diez partidos, algunos debutantes, disputarán la nómina. Mitad mujeres y mitad hombres, por ley, conformarán las fórmulas. Se reducen tiempos de campaña, de propaganda y se limita el gasto de los candidatos; quien infrinja las reglas deberá ser ejemplarmente sancionado, como le ha sucedido en estos días al Partido Verde que, como dice el vulgo, ya “lo dejaron en la calle”.
Donde se ha llegado al exceso es en la despiadada emisión de “spots”, por radio y televisión, de que han abusado los partidos, saturando a la población en general y dispendiando recursos públicos que podían aplicarse a programas públicos más urgentes.
Esa es la democracia en la actualidad en este bendito país llamado México. Se oyen tambores de violencia en algunas entidades de las costas del Pacífico. Por el bien de la nación se desea que no se cumplan ominosos pronósticos, basados en amenazas de algunos grupos que han anunciado su rechazo a los próximos comicios.
Sin entrar a mayores consideraciones conceptuales ni de teoría política, solamente viendo los acontecimientos de manera cotidiana, esa es la forma en que la democracia en Mexico se practica; siempre con un gran trecho deficitario. Es la gran prueba para el INE, renovado aparato electoral recién ajustado, lavado, afinado y sopleteado.
Antes la gran queja a la que se acudía era por la conculcación de la voluntad ciudadana, atribuida a los efectos perniciosos de un partido hegemónico, que atropellaba al país. Hoy a pesar de múltiples expresiones políticas, enarboladas en partidos de izquierda, centro, derecha y posiciones intermedias y anexas, la inconformidad aumenta y se vuelve callejera y belicosa. ¿Qué es lo que hace falta? ¿Qué es lo que en este rubro necesita la Nación? O de plano no hay remedio, después de 20 mil fallidos intentos seculares.
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Un hecho que sucede como resultado de la acción de una persona, es obvio que traerá consecuencias,