“Una vez en el lugar más hermoso del universo vivía un niño llamado Sueño, el cual anhelaba crecer y conocer otros mundos. Sueño se la pasaba por allá en lo alto, por las nubes jugando y jugando todo el día. Una vez Sueño se dio cuenta que él no crecía como crecían sus amigos, además empezó a sentirse muy débil y poco a poco perdió sus ganas de jugar.
Un gran día, llegó un mensajero que llevaba consigo un maletín muy especial que contenía alimentos para así fortalecer y hacer crecer a Sueño. Desde el mismo instante en que aquel mensajero llegó, Sueño empezó a sentirse mejor y mejor, ya que cada día aquel mensajero lo alimentaba con aquellos manjares. Muchos caldos de constancia con fuerza, platos muy nutritivos de voluntad y trabajo, postres hechos a base de paciencia, fantásticos jugos hechos con decisión y lo más importante tratándolo con mucha confianza. Sueño creció y creció, y llegó a dejar de ser Sueño para convertirse en Meta y, claro que siguió jugando pero ya no por las nubes, sino aquí en la Tierra, cada vez más conoció otros mundos, mundos como la felicidad y la satisfacción, y un día no muy lejano, Meta dejó de ser Meta y se transformó en realidad. Haz que tus sueños se conviertan en realidad”.
Sublime reflexión de autor desconocido la cual nos transmite la idea que los sueños, esos que imaginamos tantas veces y siempre pensamos que tal vez nunca podremos lograrlos, pueden realizarse. ¡Claro que sí! La gente que idealiza un sueño, lo visualiza, lo moldea, lo depura, lo alcanza con mucha constancia y dedicación, voluntad y tesón, paciencia y perseverancia, indudablemente los consigue con determinación y valor. Las metas serán realidades si usted las persigue con ahínco y valor. Solo si usted quiere, claro está. Nunca deje de soñar y pedir apoyo y sostén al universo, al Dios único Hacedor de todas las cosas. Trace sus metas, búsquelas, persígalas hasta convertirlas en una realidad tajante. Todo se puede, “querer es poder”. Lo que no se pueda, ni lo intente, siempre hay alguna razón para no poder hacerlo, pero lo que esté a su alcance, en sus manos lograrlo y sea bueno y fructífero en su vida, tómelo, también siempre hay una razón para ello. Deje de quejarse y culpar a los demás, persiga sus metas y defienda sus ideales. No se deprima ni se acongoje, tampoco se sienta menos que nadie; las diferencias, solo son etiquetas que algunos se acomodan acorde a su poderío y dominio; cierto, muchas son necesarias, las reglas y jerarquías son útiles para vivir en necesaria convivencia social, siempre y cuando no se abuce con ellas como muchas veces sucede. Por lo demás, todos, absolutamente todos, somos iguales. Vivir con respeto, comedimiento y urbanidad siempre nos traerá buenas relaciones con los demás, correspondiendo recíproca y solidariamente. No se desanime, luche incansablemente por sus ideales, persiga sus metas, alcáncelas, jamás desista. Busque, intente, trate de hacerlo y verá que tengo razón. ¡Qué tenga un buen día!
Luis Humberto.