Debemos tomar siempre en consideración todo lo bueno que nosotros tenemos. Una vez que nos damos cuenta de lo valioso que es y de cuántas cosas positivas tenemos a nuestro favor, las sonrisas volverán, saldrá el sol, sonará la música y nosotros podremos finalmente avanzar hacia la vida que Dios nos señaló, con gracia, fuerza, valor y confianza. Recuerde que siempre hay una mejor manera de vivir para nosotros y empieza hoy.
Hoy y todos los días, debemos dar más de lo que nos pagan por hacer, aunque eso es muy complicado, mucha gente no lo entiende. Yo me encuentro muy limitado físicamente y a veces me pongo a pensar en todo aquello que podría desarrollar. Cuando tuve mi oportunidad la dejé pasar. Una vez le dije a un cortador de naranja que muchas veces es necesario invertir en las personas pero no me entendió. Creyó que me refería al dinero. No, me refería al tiempo, a la amistad y al servicio que uno puede brindar desinteresadamente a los demás gracias precisamente a esa amistad que todo lo mueve incondicionalmente. La victoria del éxito se habrá ganado a la mitad, cuando aprendamos el secreto de dar más de lo que se espera en todo lo que hacemos.
Debemos convertirnos en personas valiosas en nuestro trabajo pero sin llegar a creernos o sentirnos indispensables; eficientes y necesarios es lo mejor. Debemos ejercer nuestro derecho a recorrer ese kilómetro adicional y disfrutar de todos los beneficios que recibiremos. Bien no lo merecemos. La manera de condenarnos a una vida de fracaso y lágrimas consiste en hacer únicamente el trabajo por el que nos pagan. Desafortunadamente esa es la idea de mucha gente. Una vez escuché la conversación de dos mujeres en la que una le preguntaba a la otra si no sabía de algún trabajo. A todas las referencias que una le daba, la otra le decía “Ahí es una fonda y hay que echar tortillas y no me gusta hacerlas”. “En ese lugar salen tarde”. “Ahí pagan poco”. Pensé, lo que busca esta señora es un puesto ejecutivo, de gerente o algo por el estilo. A veces la falsa información y las malas influencias “ayudan” a formarnos una idea equivocada del trabajo pero yo me pregunto ¿Qué haríamos en nuestras casas o en la calle, quitándole el tiempo a la gente que está trabajando y sin devengar un solo centavo para nuestro sustento? Sé de gente que así se la pasa, esperando que el dinero o las fabulosas oportunidades le toquen a su puerta sin reconocer que aquel se encuentra precisamente allá afuera, en la calle, pero desafortunadamente para ese tipo de gente, hay que ir a recogerlo con mucho esfuerzo y dedicación, dando más de lo que nos pagan por hacer.
Cada vez que cometamos un error o que hayamos sido abatidos por la vida, no debemos quedarnos demasiado tiempo pensando en ello. Salgamos inmediatamente a continuar dando la batalla, porque la lucha por la vida es dura. Los errores son la manera en que la vida misma nos enseña. Pero nunca nos dice qué hay que hacer, eso depende de nosotros. Muchas personas que son despedidas de sus trabajos sin un motivo aparente, cuando preguntan a sus patrones el inevitable ¿por qué? Con mucha o poca vergüenza escuchan que el desempeño no ha sido el esperado y cosas por el estilo. Sin embargo, la capacidad de cometer errores ocasionalmente es inseparable de la capacidad de lograr las propias metas. Nadie gana de todas, todas, y las fallas que se tienen, cuando ocurren, son parte del propio crecimiento. ¿Cómo podríamos conocer nuestros límites sin una falla ocasional? Nunca hay que rendirse. Ya llegará nuestro turno. Nuestros fracasos y derrotas solo son pasos hacia algo mejor. Lo importante es no abusar. Piénselo un poco. ¡Qué tenga un buen día!
Luis Humberto.