“El fracaso no significa que soy un fracasado; significa que todavía no he triunfado. El fracaso no significa que no he logrado nada; significa que he aprendido algo. El fracaso no significa que he sido un tonto; significa que tuve suficiente fe para experimentar. El fracaso no significa que he sido desgraciado; significa que me atreví a probar. El fracaso no significa que no lo tengo; significa que lo tengo de una manera diferente. El fracaso no significa que soy inferior; significa que no soy perfecto. El fracaso no significa que he desperdiciado mi tiempo; significa que tengo una excusa para comenzar otra vez. El fracaso no significa darme por vencido; significa que debo tratar con más ahínco. El fracaso no significa que nunca lo haré; significa que necesito más paciencia. El fracaso no significa que me has abandonado Señor; significa que debes tener una mejor idea para mí”.
¿Cuántas veces no hemos creído que fracasamos en la vida, en alguna actividad, en alguna relación, en alguna convivencia social o personal? Los fracasos son nuevas oportunidades para pensar, recomenzar y valorar nuestras actitudes, actos y acciones. Todos los que alguna vez lograron salir adelante y mantener a flote el barco de su vida, primero tuvieron que afrontar una larga cadena de fracasos que les enseñaron y aprendieron a enderezar siempre el camino, manteniendo una actitud férrea ante los embates y las vicisitudes de su sendero. Este emotivo pensamiento fue tomado del libro “Actitud de vencedor” del autor y conferencista estadounidense John Maxwell, para presentarles a ustedes típicas experiencias que todos hemos vivido alguna vez en el arduo camino por la vida. Nunca se doblegue ante nada siempre que le parezca justo lo que hace y sobre todo, favorable y útil para los demás y usted. Nadie es perfecto pero si todos somos perfectibles, tenemos la capacidad inherente de modificar, de aprender, de experimentar. Cuando fracase, no se detenga, mucho menos se preocupe por lo que piensen los demás de usted; siga batallando, buscando nuevas oportunidades que le permitan salir adelante y no pare hasta encontrarlas. Todo lo que realmente vale la pena en la vida, se obtiene dando más de sí. Salvo rarísimas excepciones nada llega por sí solo, hay que salir a buscarlo; las oportunidades están siempre ahí aunque en verdad cuesta alcanzarlas, por eso no espere sentado mucho tiempo porque en muchas ocasiones también se van.
Siempre les he dicho que la vida es bella, pero nada fácil ni justa para nadie. Los jóvenes que apenas empiezan a vivir la vida y tienen la maravillosa oportunidad de estar bajo la tutela de padres permisivos o alcahuetes, se la pasan holgazaneando y apenas disque estudiando, con muy bajas calificaciones por cierto; todavía su cerebro está en desarrollo y no logran ver más allá de sus narices, piensan que toda la vida van a ser alimentados, vestidos y sostenidos por sus padres o familiares sin pedirles nada a cambio. Triste realidad, no se preocupan por aprender actividades extracurriculares, como aprender a manejar una escoba, un trapeador, alguna herramienta; actividades todas y muchas otras más, que les ayudarían en gran medida a disminuir considerablemente el número de fracasos potenciales que pudieran afrontar. Todavía tienen tiempo, siempre hay tiempo para enmendar, nada más no se tarden mucho porque la vida individualmente también se acaba no sabemos cuándo. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.
Luis Humberto.