La calidad en la educación
Señores padres de familia, ¿revisan ustedes las tareas de sus hijos y verifican, mediante una especie de breves exámenes orales, que sus hijos tengan presente ciertos conceptos elementales y básicos de la cultura en general? Como por ejemplo, las capitales de los estados de la república mexicana o las capitales de los países del continente americano, cómo se resuelve una sencilla suma de quebrados, ahora conocidos como fracciones, o una simple ecuación de primer grado, por citar tan solo algunos ejemplos.
La verdad es que yo creo que no lo hacen, no porque no puedan dedicar unos minutos a dicha labor; la mayoría de las veces se debe a que los padres de familia poseen un escaso nivel académico que, aunque quisieran, no pueden o se les dificulta mucho hacerlo. Muchos de ustedes sólo cuentan con la secundaria y en el menor de los casos con la preparatoria. Otro grupo de padres, por cierto más reducido, son los que cuentan con alguna profesión quienes aun con todo y su preparación, tampoco lo hacen o le dedican menos tiempo a esta sencilla tarea, argumentando tener poco tiempo debido a sus abrumadores trabajos. Se han puesto a pensar ¿hasta dónde es responsabilidad de los maestros la educación de sus hijos? Los maestros tienen muchos alumnos; casi siempre, tienen demasiada carga de trabajo, difícilmente pueden atender individualmente a cada alumno, sólo llegan a hacerlo en casos muy especiales, cuando detectan un alumno con problemas de aprendizaje o cuando se encuentran con alumnos demasiado rebeldes. Es necesario hacer conciencia de que dicha responsabilidad sea compartida; porque es lamentable cuando usted, por alguna razón, se da cuenta que su hijo no sabe leer o escribir, ni siquiera copiar correctamente un texto o hacer sencillas operaciones matemáticas y más cuando se encuentra en un nivel educativo de secundaria o preparatoria. Existen en la actualidad demasiadas barreras para el estudio: la televisión, las famosas maquinitas, los videojuegos caseros, las computadoras, las tablet, los teléfonos celulares, las malas compañías, la ausencia de padres o personas mayores en casa, el alcohol, el tabaco y las drogas, etc., pero principalmente es el desinterés de los padres en este asunto familiar lo que agrava esta situación. Casi todos los jóvenes estudiantes manifiestan un marcado desinterés y una actitud de escasa aceptación al estudio, tal vez por la adolescencia y el entorno social en el que se desenvuelven, o las barreras que antes les mencioné, o quizá las dos cosas. Yo, en lo personal cuando impartí clases particulares de matemáticas, observé alumnos de secundaria y preparatoria que no tenían las bases fundamentales de la aritmética elemental; muchos jóvenes hoy en día no se saben las tablas, no pueden hacer una división aritmética, no resuelven una suma de quebrados y el pensar y razonar les cuesta mucho trabajo. También he visto muchos jóvenes que ni siquiera saben leer, ya no se diga escribir con la puntuación y acentuación correctas, realizan trabajos de investigación pésimos, con introducciones y conclusiones que no llenan una cuartilla y ni siquiera mencionan citas y referencias bibliográficas en tales trabajos, sólo copian y pegan información que encuentran en Internet, si siquiera leer su contenido. Están solos y trabajan con demasiada premura en sus actividades escolares, para salir corriendo al esparcimiento sin que nadie les vigile.
La verdad es preocupante que estos casos se vean aquí y en otros lugares, desgraciadamente este asunto ya es nacional y nosotros formamos parte de una sociedad dormida, indiferente, que ya debe despertar y esforzarse por hacer frente a este grave problema social que actualmente vive nuestro país. Finalmente quiero invitar a los padres de familia a que se preocupen más por la educación de sus hijos, a que verifiquen sus tareas, háganlos responsables de sus actividades escolares y de vez en cuando, visiten en las escuelas a los maestros de sus hijos y no sólo en las fechas de fin de cursos que por ciero ya pasaron, ellos les informarán de su rendimiento y comportamiento. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.
Luis Humberto.