25 de Noviembre de 2024
 

Panoramas de Reflexión

Después de los cincuenta

 

Enamorarse a nuestra esplendorosa edad, después de más de medio siglo, de que el amor ya recorrió demasiados caminos, dobló innumerables esquinas y optó por muchas encrucijadas. Ya erró, ya acertó, ya resbaló, ya se arrepintió bastante e inevitablemente el tiempo se fue. Se vivió el amor, se perdió el amor, algunos por la mano de Dios, otros por el debilitamiento de la vida en pareja. Es bello y tierno, si se mantiene el amor dotado de experiencia y responsabilidad, de comprensión y apoyo mutuo, alejado de malas intenciones y engaños premeditados.

            Hoy, nuestra mirada en la dirección del amor continúa más bella, más intensa, más fresca, que nunca, pues en el largo y dulce camino de los sentimientos, aprendimos a sumar, a dividir y a multiplicar, sin oportunidades de disminuir en el conocimiento del sentimiento del amor. El amor maduro llega despacito y se aloja en nuestra vida con calma, sin tiempo para acabar. El camino entre dos es más sereno, existe la complicidad, el cariño es más espontáneo, no nos inhibimos frente al querer, la sintonía es más completa y los recuerdos son depositados en el álbum de las nostalgias que guardamos de un tiempo que no volverá. Enamorarse a nuestra edad es llevar la ternura en la mirada. El brillo es más intenso, el deseo de no equivocarse es más fuerte. La construcción del sendero entre dos es la suma del querer, es el encuentro de dos almas aplaudidas por dos corazones que dividen la emoción de amar. Las actitudes menudas, los gestos y los detalles, la flor en la mano y el corazón en la otra, son los alimentos que sustentan ese amor. Vivir en pareja es la alegría de la compañía, el calor de la comprensión, de la caricia tierna, de los besos todavía ardientes, de las miradas insinuantes cuando el deseo se manifiesta y la promesa en la mirada de que, cada amanecer, será el día más bello entre dos seres que se aman, que encontraron el amor.

Ame todos los días de su vida, como si fuera esta la última vez en su vida. Cuide con vehemencia el amor con su pareja, no se detenga y procure llevar convivencias sanas, plagadas de respeto y de apoyo mutuo, libres de obstáculos y de involucramientos familiares que puedan dañar su relación. Un negrito en el arroz, si no se elimina a tiempo, puede causar graves daños en su vida sentimental. Es mejor vivir en ese mundo, en ese amor que le ha llevado tiempo, dedicación, esfuerzo, cariño y amor mismo, construir, que desgajarlo poco a poco hasta perderlo todo, por pasiones nuevas y equivocadas de esas de las que después podemos arrepentirnos demasiado tarde. Enamorarse a nuestra edad es cuidar lo sembrado y cosechado en nuestra vida sentimental, un bálsamo cálido para el espíritu. Cuide su vida de pareja a pesar de que se sienta galán y atractivo para nuevas relaciones que quizá solo busquen su bolsillo. No pierda todo por nada. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.

 

Luis Humberto.



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