Salvador Muñoz
Le decían Tío Beto. Cantaba canciones, hacía chistes, era muy alegre. Le decían Tío Beto pero rayaba así de nada para decirle Papá Beto.
No sé cuánto tiempo tenía de haber enviudado. Era un hombre honesto, íntegro, sin mácula en su historia; apasionado de las Chivas del Guadalajara y a la cerveza con medida. Pero sólo de la Moctezuma, donde laboró toda su vida, y a la que defendía a capa y espada asegurando que era la mejor...
Entonces, se casó por la vía civil con una sobrina política… y a pesar de que a todas luces era un “matrimonio”, la familia sabía realmente qué era porque más allá, afuera de esa gran casa, nadie supo nada… hoy, yo pudiera decir que fue simplemente una “sociedad de convivencia”.
¿Por qué? Porque cuando en su sobrina apareció con más fuerza el cáncer en esa pierna que empezó a carcomerle el hueso, y sin recursos ni servicio médico a la mano que paliara su mal, el Tío Beto, que contaba con Seguro Social, encontró un poco de alivio que brindarle a su sobrina de una forma: “casándose”. Así, el beneficio médico con que contaba el Tío Beto pasaba también a la “cónyuge”.
No sé cuánto tiempo tiene que falleció la sobrina… sí, el cáncer al final la derrotó… el Tío Beto igual ya falleció, pero su gran corazón siempre vive en todos aquellos que conocieron a un gran hombre, a un gran caballero pero sobre todo, a un gran Tío que a veces rayaba en casi nada por decirle Papá Beto.
II
Cuando escucho a otros referirse a la “sociedad de convivencia”, hay como una inercia por relacionar este término con el homosexualismo.
Si bien, es respetable la opinión de cada persona así como el largo o corto de su visión, habría que precisar que una “sociedad de convivencia” es el acto jurídico entre dos personas físicas de diferente o del mismo sexo, mayores de edad y con capacidad jurídica plena, para establecer un hogar común, con voluntad de permanencia y de ayuda mutua.
Uno puede decir que si son de diferente sexo, entonces es matrimonio… ¡no!
Vamos a un supuesto: un hombre que tiene bajo su servicio a una empleada doméstica durante años, decide conformar una “sociedad de convivencia” en aras de que ésta tenga el beneficio de una atención médica o, simplemente, ampararla de cierto modo ante su deceso que bien se puede hacer igual ante un notario.
A lo que voy es que presiento que dos vertientes de nuestra sociedad están errando el camino ante una propuesta de Ley que tiene ante todo, bondad.
III
Por un lado, grupos proderechos de homosexuales se ofendieron porque la propuesta de Cuauhtémoc Pola la llamó “Ley de Convivencia” y no “Ley para que puedan unirse en Matrimonio los Homosexuales”, por decir algo; además de que pegaron el grito en el cielo porque en un apartado precisaba la “no adopción de niños” aunque sí refería “poder tener” a los hijos de una o ambas parejas.
Vamos, pareciera que dejan a un lado la bondad de una propuesta de Ley y empezaron a hacer cuentas alegres como la lecherita, a la que al final, se le cae la cubeta del producto que iba a vender…
Las leyes son perfectibles… y bien se puede esperar a dar un paso, un gran paso con la Ley de Convivencia y probar, ver qué funciona y qué no; adecuarla, moldearla y pedir entonces reformas a la Ley… que aún no ha sido aprobada.
IV
Una pareja vivía en unión libre. Cuando ella decidió adquirir una casa por medio de un préstamo bancario, la institución le pedía como “requisito”, estar casada para que, de cierto modo, su pareja fuera un aval. Ella llegó triste y platicó a su cónyuge lo ocurrido en el banco y él le dijo: “¿Y si nos casamos?”
Movieron papeles, fueron al registro civil y al poco tiempo, no sólo contrajeron matrimonio civil, sino que ella pudo adquirir esa casa…
¿Por qué negarle a una pareja de mujeres o de hombres la oportunidad de hacer un hogar, de comprar una casa, de cristalizar un sueño? ¿Porque así lo marcan nuestros dogmas? ¿Sólo los llamados Heterosexuales tienen derecho a ser felices dentro de lo espiritual y legal?
V
Algunas Iglesias, religiones o dogmas, realmente no sé cómo llamarlas, rechazan abrupta y radicalmente esta propuesta porque la encasillan en tres palabras: “matrimonios de homosexuales”. Ejemplo de ello, la Red Evangélica de Veracruz quien hasta hizo una “iniciativa de protección a la familia” para exponerla en el Congreso… “¿Y al César lo que es del César y a Dios, que te vaya bien?”
La Iglesia Católica, en voz del vocero José Juan Sánchez Jácome, igual enfoca la Ley de Convivencia en un asunto de homosexuales, de pérdida de valores, y de descontextualización de la palabra “matrimonio”...
CNN hace mención de las palabras del Papa Francisco respecto al matrimonio gay: “el matrimonio es entre un hombre y una mujer”, sin embargo, dijo, “tenemos que ver los diferentes casos y evaluarlos en su diversidad, por ejemplo: las uniones civiles ofrecen seguridad económica a las parejas que cohabitan, como por ejemplo servicios de salud”. Palabras plasmadas en el diario italiano Corriere della Sera. Vamos, entiende esa división de lo espiritual a lo legal… “Al César lo que es del César...”
VI
La propuesta de Ley de Convivencia de Cuauhtémoc Pola, insisto, está llena de más bondad que de política… los rechazos a la propuesta están más llenos de telarañas que de política… el asunto es que nuestro Congreso está lleno de una mayoría priista… al tiempo sabremos qué hay en cada uno de nuestros diputados… bondad, política o telarañas...