Sin tacto
Por Sergio González Levet
¿Crítica?
Decir la verdad, hablar bien o mal… el tema está latente en los medios veracruzanos ante la petición de que se ejerza la crítica, pero que se destaque también lo bueno.
Abono al debate con fragmentos de mi libro Anti Manual de Periodismo:
Además de la objetividad, se exige al mensaje periodístico que sea verdadero, que se fundamente en una verdad diáfana y contundente, lo que no parece nada mal a primera vista. Pero surge el problema cuando nos damos cuenta de que la verdad como virtud es un valor universal, pero las verdades particulares pueden ser muchas y hasta contradictorias. Como revela Froylán Flores Cancela en su libro Monólogos y diálogos: “Toda realidad está fincada en muchas realidades”. Por ello cuando alguien dice: “Tienes que publicar la verdad”, el reportero debiera preguntarle a cuál verdad se refiere, porque recordemos con Ramón de Campoamor que el cristal con el que se mira, las más de las veces es un prisma que tamiza y desvía la realidad.
Para evitar el riesgo de caer en una anarquía en la que cada quien tiene su propia verdad y la publica como le parece, es necesario que el reportero haga un examen de conciencia, tome un partido frente al hecho y lo comunique al lector de manera fehaciente. Así, en lugar de decir “voy a escribir sobre este hecho de la manera en que sucedió”, se propone “escribir sobre un hecho desde mi particular punto de vista, con mi interpretación personal, que intentaré fundamentar de la mejor manera posible”.
El lector que cree que la nota informativa le ofrece la verdad es víctima de un engaño, porque sólo recibe una verdad que es fruto de la formación o deformación del reportero, o de la línea editorial (o los intereses) del medio para el que trabaja.
Para nadie es un secreto que cada empresa de comunicación tiene su propio matiz ideológico, pero por un pudor mal entendido o una intención no declarada, ese matiz trata de ser ocultado con el poco convincente argumento de que el periodismo debe ser imparcial. En realidad, un medio que no toma partido resulta, por decir lo menos, fastidioso. Queda al lector entonces la tarea de “descubrir lo que de novelesco puede tener un discurso que se pretende historia”, en palabras del doctor Efrén Ortiz Domínguez.
La lectura de la realidad puede ser crítica o no, y eso depende de la intención del reportero. Sin embargo, se debe tomar en cuenta que hay una tendencia generalizada a considerar como un mejor periodismo a aquél que señala con dedo flamígero errores, deshonestidades o crímenes de alguna institución, dependencia o figura pública.
El periodista crítico es generalmente mejor visto, y por ende todo reportero tiene ante sí la tentación de capturar el interés mediante señalamientos encendidos. También el reportero debe resistir la incitación de ciertos poderosos, que le piden notas favorables a través de favores de todo tipo, sobre todo económicos.
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