10 de Abril de 2025
 

Sergio González Levet - Peña y Duarte, el cambio

La gran revelación de la teoría de Charles Darwin es que no sobreviven las especies más fuertes, sino las que tienen la capacidad de adaptarse mejor a los cambios. El ser humano ha sobrevivido y se ha enseñoreado del mundo gracias precisamente a su capacidad de modificar el ambiente —y a sí mismo—, para mejorar sus condiciones de vida y preservar su supervivencia.

 

Pero, dialéctica como es, nuestra especie lleva en su esencia dicotomías que luchan en su interior y se enconan en dudas. Ese gran modificador de la naturaleza que ha sido el hombre, es sin embargo un espécimen que parece aborrecer el cambio, que tiende a permanecer igual y tiene que luchar contra su propia voluntad al emprender las transformaciones constantes a que le obliga la vida misma. Ese gran modificador, al mismo tiempo, al transformar para mejorar sus condiciones de vida ha atentado contra el planeta que lo acoge y que domina, y se encamina hacia el cataclismo si no se escuchan las voces certeras de quienes claman por el respeto al medio ambiente.

Cambiar o no cambiar, he ahí el verdadero dilema shakesperiano ante el que se han tenido que enfrentar cada una de las mujeres y cada uno de los hombres que han pisado el planeta desde que empezó nuestra historia (nuestra prehistoria, si he de ser exacto).

Y así como hemos logrado superponernos a los otros seres de la creación gracias a nuestra capacidad de transformar, al interior de nuestras razas se destacan los individuos que mejor ejercen la adaptación de que habla la teoría darwiniana. Son los líderes que encabezan los grandes movimientos, las grandes hazañas, las epopeyas de nuestra especie.

Enrique Peña Nieto como Presidente ha logrado las grandes reformas que necesitaba el país desde hace muchos años, ésas que los tres mandatarios anteriores no habían podido hacer por abulia, corteza de miras o simple necedad.

Es evidente que ante las formidables modificaciones estructurales que se ha propuesto hay una corriente en contra, que emerge desde esa tendencia primaria que también tiene el ser humano de querer que las cosas permanezcan como siempre. Sin embargo, el Presidente actual logró encaminar la voluntad de cambio y ahora la nación se dirige a nuevos derroteros y a una nueva oportunidad histórica, que le habían escamoteado los anteriores mandatarios.

Y en Veracruz el cambio es igualmente advertible, pues Javier Duarte de Ochoa ha dado muestra constante y palpable de su voluntad de enderezar rumbos, de mudar de aires, de sacrificar incluso piezas apreciadas y de afrontar nuevas estrategias ante los panoramas nuevos que la cambiante realidad nos presenta vertiginosamente.

Uno y otro, Presidente y Gobernador, han emprendido cambios que a unos les han parecido bien y a otros no. Pero lo importante es que han tenido los arrestos y la fuerza para hacerlos realidad.

Y eso es sinónimo de supervivencia, y de éxito.

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