24 de Noviembre de 2024
 

Panoramas de Reflexión

Luis Humberto

 

 

Zapatos viejos

 

             –“¡Tú tienes la culpa de nuestra situación, si tan sólo tuvieras un mejor trabajo! ¡Eres un mediocre, un conformista!, le gritó la mujer al marido y este gritando también le contestó: – ¡La culpa la tienes tú, eres una inconsciente, no paras de gastar, contigo no hay sueldo que alcance! ¡El tuyo no alcanza para nada, te pagan una miseria!

 

            El pequeño Andrés escuchaba todo lo que sus padres se gritaban el uno al otro. ¡Cómo le dolía eso! Siempre peleaban, pero esta vez, Andresito se sentía culpable de esa pelea. Su mamá le había comprado unos zapatos nuevos el día anterior. “Papá le está reclamando a mamá porque gasta mucho dinero, ha de ser por mis zapatos”, pensó el niño. Eran unos bonitos zapatos y los sentía tan cómodos. ¡Pero para que los quería si eran causa de pleito entre sus padres! Se los quitó y los puso dentro de la caja y después de calzarse sus viejos tenis, salió corriendo ansioso de acabar con aquella situación. – ¡Papito, papito, toma, devuélvelos, yo ya no los quiero!, exclamó extendiendo la caja con los zapatos hacía sus padre. – ¿Qué es esto?, preguntó él. –Mis zapatos nuevos. – ¿Pero por qué no los quieres?, ¿no te gustaron? –Sí, si me gustaron. – ¿Te lastiman? –No me lastiman. – ¿Pero entonces por qué quieres devolver tus zapatos nuevos? –Para que ustedes ya no se peleen, papá. Al padre le conmovieron las palabras de su hijo. A su pequeño no le importaba deshacerse de sus bonitos zapatos nuevos, con tal de no verlos pelear. Poniendo otra vez la caja de zapatos en sus pequeñas manos le dijo el padre: –Toma hijo, no devolveremos tus zapatos nuevos. – ¡No papá, por favor devuélvelos para que les den el dinero! ¡Yo no quiero que se peleen!, suplicó el niño mientras las lágrimas empezaban a brotar de sus ojos. –Hijo, no necesitamos ese dinero, debes quedarte con tus zapatos, hijo, son tuyos, dijo el padre. –Yo no entiendo. Ustedes se estaban peleando por la falta de dinero y ahora me dicen que no lo necesitan. Los padres no supieron que responder. La mamá se acercó a su esposo y le dijo: – ¿Qué le estamos haciendo a nuestro hijo? Ni todo el dinero del mundo vale la pena, a costa de una sola de sus lágrimas. –Perdónanos mi amor. No te preocupes, no volveremos a pelear. Ponte tus zapatos nuevos y tira ya esos zapatos tenis. –No mamá, están buenos todavía. Mejor se los regalo a algún niño que no tenga zapatos, para que sus papás no se peleen si no tienen dinero para comprarle unos… No hay nada que lastime más el corazón de un niño que ver a sus padres pelearse. Desgraciadamente en momentos de enojo, muchos padres no reparan en que sus pequeños los escuchan. Pierden el control de sus emociones y parece que también la noción de la existencia de sus hijos. El sentimiento de culpa es muy común en los niños. Piensan ser los causantes de las peleas de sus padres y eso hace aún más grande su aflicción. Papás y mamás: antes de subir al ring, piensen en sus hijos. No usen palabras ofensivas. La autora de esta historia, nos pide además que nunca olvidemos que los niños aprenden de sus padres las más importantes lecciones de la vida”

 

            La felicidad debe buscarse, está atrás de nosotros pero a veces somos tan torpes que no la encontramos y menos buscando en sentido contrario. El dinero es un factor importante, necesario, en nuestra sociedad, y debe ganarse diariamente con el esfuerzo y sudor de nuestra frente, no hay de otra, bueno, si hay, pero no es lícito, mas no debe ser jamás motivo de discusiones innecesarias. Piense usted que la vida es tan corta y sólo tiene apenas momentos para ocuparse en su felicidad. Agradezca siempre a Dios lo que tiene, y si ve a su alrededor, ayude siempre al que necesita, así se dará cuenta de que su situación es más confortable que la de muchos que sufren verdaderamente por hambre, por amor, por compañía. Trate de ser feliz ayudando siempre. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.



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