24 de Noviembre de 2024
 

Panoramas de Reflexión

Luis Humberto

 

 

Onda verde

 

            “En la cola del supermercado, el cajero le dijo a una señora mayor que debería traer su propia bolsa de compras ya que las bolsas de plástico no eran buenas para el medioambiente. La señora pidió disculpas y explico: –Es que no había esta onda verde en mis tiempos. El empleado le contestó: –Ese es nuestro problema ahora. Su generación no tuvo suficiente cuidado para preservar nuestro medioambiente.

 

            –Tiene razón, le contestó la señora. –Nuestra generación no tenía esa onda verde en esos tiempos. En aquel entonces, las botellas de leche, las botellas de refrescos y de cervezas se devolvían a la tienda. La tienda las enviaba de nuevo a la planta para ser lavadas y esterilizadas antes de llenarlas de nuevo, de manera que podían usar las mismas botellas una y otra vez. Así, realmente las reciclaban. Pero no teníamos onda verde en nuestros tiempos. Subíamos las gradas, porque no había escaleras eléctricas en cada comercio y oficina. Caminábamos al almacén en lugar de subir en nuestro coche de 300 caballos de fuerza cada vez que necesitábamos recorrer dos calles. Pero tiene razón. No teníamos la onda verde en nuestros días. Pero entonces, lavábamos los panales de los bebés porque no había desechables. Secábamos la ropa en tendederos, no en esas máquinas consumidoras de energía sacudiéndose a 220 voltios, la energía solar y eólica secaban verdaderamente nuestra ropa. Los chicos usaban la ropa de sus hermanos mayores, no siempre modelitos nuevos. Pero esta en lo cierto: no teníamos una onda verde en nuestros días. En ese entonces teníamos una televisión o radio, en la casa, no un televisor en cada habitación. Y la TV tenía una pantallita del tamaño de un pañuelo (¿Se acuerdan?), no una pantallota del tamaño de un estadio. En la cocina, molíamos y batíamos a mano, porque no había máquinas eléctricas que lo hagan todo por nosotros. Cuando empacábamos algo frágil para enviarlo por correo, usábamos periódicos arrugados para protegerlo, no plastoformos o bolitas de plástico. En esos tiempos no encendíamos un motor y quemábamos gasolina solo para cortar el pasto. Usábamos una podadora que funcionaba a músculo. Hacíamos ejercicio trabajando, así que no necesitábamos ir a un gimnasio para correr sobre pistas mecánicas que funcionaban con electricidad. Pero está en lo cierto: No había en esos tiempos una onda verde. Bebíamos de una fuente cuando teníamos sed, en lugar de usar vasitos o botellas de plástico cada vez que teníamos que tomar agua. Recargábamos 1as plumas fuente con tinta, en lugar de comprar una nueva y cambiábamos las hojas de afeitar en vez de echar a la basura toda la maquina solo porque 1a hoja perdió su filo. Pero no teníamos una onda verde por entonces. En aquellos tiempos, la gente tomaba el tranvía o el autobús y los chicos iban en sus bicicletas a la escuela o caminaban, en lugar de usar a 1a mamá como un servicio de taxi de 24 horas. Teníamos un enchufe en cada habitación, no un banco de enchufes para alimentar una docena de artefactos. Y no necesitábamos un aparato electrónico para recibir señales de satélites a kilómetros de distancia en el espacio para encontrar la pizzería más próxima. Así qué ¿no le parece lamentable que la actual generación esté lamentándose cuan botarates éramos los viejos por no tener esa “onda verde” en nuestros tiempos?”.

 

            Como ya les he comentado en otras ocasiones, el planeta nos está enviando constantemente numerosos avisos, señales, alertas, y los hombres que controlan la industria energética en el mundo practicante hacen nada al respecto. También les he recordado con mucha nostalgia como hacían sus compras nuestros padres cuando aún no existían las bolsas de polietileno ni las botellas de plástico. Otras veces he hecho referencia a constantes actos deplorables como son el depositar la basura en las calles, aún muy poco tiempo después de haber pasado el camión recolector. En conclusión, no queremos educarnos tal vez porque no hemos tocado fondo, como sucede en muchos otros casos que procuramos detener nuestros indignos procederes cuando casi todo está perdido. Ojala no se dé ese caso y hagamos conciencia ahora mismo y no dejarlo para después. La historia anónima es una reflexión que nos invita a pensar que podemos vivir en un mundo mejor, sólo basta que lo permitamos procurando cambiar de actitud ante el consumo excesivo al que nos ha orillado la moderna manera de practicar el comercio. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.



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