Luis Humberto
Despedida
La mañana de un domingo soleado de agosto se fue. Fue una sorpresa intempestiva, no esperábamos su partida, se fue sabiendo que no quería irse. Nos dejó sorprendidos, afligidos, pensativos… pero era necesario continuar con nuestra vida. Con mucha tristeza le dimos las gracias por tanto amor y amistad incondicional prodigada a manos llenas. Sólo mi amado angelito le acompañó hasta el final, mi condición no me lo permitió, pero hubiera deseado con el alma salir a despedirlo. Era nuestro amado Amigo, nuestro eterno compañero de alegrías compartidas y mil batallas libradas, era nuestro perro.
Lo abrace con amor y ternura agradeciéndole todo, diciéndole lo mucho que le iba a extrañar y lo mucho que le quería. Guarde sus recuerdos en un cofre cerrado para no olvidarlos jamás, y el dolor en el corazón para atesorarlo en el alma, porque siempre brota cuando aquellos golpean la cabeza, queriendo escapar a deambular en las noches de luna quieta, apaciguando la nostalgia. Como no amar a un pequeño Ser que da la vida misma por ti si es necesario, como no amar a un pequeño Amigo que convivió contigo sufriendo y gozando al igual que tú. Pocos entienden el amor que un ser humano puede sentir por un pequeño animalito, más, los que jamás han convivido con uno. Mi perrito era único y especial porque era al que yo amaba. “Sólo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos”, dijo Antoine de Saint-Exupéry en su obra cumbre “El Principito”. Mi angelito lo dijo con sus tiernas palabras cargadas de tristeza: “Tal vez me digas que era sólo un perro, pero era mi perro”. Adiós Amigo del alma, compañero entrañable, quizá jamás encontremos lealtad tan sincera como la tuya. Ni hablar, la vida de estos compañeritos es corta comparándola con la nuestra, porque ellos aprenden y cumplen su tarea más pronto que nosotros, que no acabamos de entender nunca. El ejemplo de vida que Dios, en su infinita sabiduría, nos muestra a través de ellos, es ignorado por nosotros que no acabamos de comprender que la vida es simple, y no tan complicada como la hacemos a nosotros mismos y a los demás. No, no sentimos vergüenza mi angelito y yo de expresar nuestro dolor, por la irreparable pérdida de tan admirable compañero; quizá esto ocasione burlas, mas no nos importan, tuvo todas las virtudes de un ser humano y ninguno de sus defectos. Fue hermoso sin vanidad, fuerte sin insolencia y valiente sin ferocidad. Murió debido a la imprudencia que surge de la histeria que provoca la prisa humana. Descansa en paz querido Amigo.
Muchos Amigos lo conocieron, su nombre era Coko, bautizado por mi esposa al llegar a nuestras vidas. Nacido en Teziutlán, Puebla, un 26 de diciembre de 2003 y murió el 20 de agosto de 2017. Cerca de 13 años y ocho meses de prodigarnos tanta alegría. Repito, no nos da vergüenza externar nuestros sentimientos de tristeza y ternura hacía un verdadero Amigo incondicional. La palabra Amigo, siempre lo escribo con mayúscula cuando me refiero a uno verdadero, como este entrañable, cariñoso y adorable peludito lo fue. Qué le vamos hacer, Dios así lo dispuso. Descansa en paz querido Amigo. Y a ustedes Amigos lectores, muchas gracias, por tomarse un momento de su valioso tiempo para leer esta para mí, triste reflexión. Que tenga un buen día.