Cada vez que salíamos a dar la vuelta en el carro mi esposa y yo, era un momento de fiesta y algarabía que se manifestaba con un estruendoso y tremendo borlote que armaban nuestros dos grandes amigos y excelentes compañeros, Coko y Guagüi. Dos amistosos perritos; el primero era mestizo, color canelo, parecía que era quizá una combinación de razas french poodle y maltes; el segundo era un french poodle, color blanco.
Eran dos buenos amigos que hoy ya no están más con nosotros, compañeros del alma, inquietos y traviesos como los niños mismos. Quien no ha tenido un perro en casa tal vez no sepa de que les hablo, comparten con nosotros, compañía, respeto y cariño. Tal vez piense usted que estoy loco, ido del cerebro o que me faltan algunos tornillos, que estoy chiflado de remate, pero pienso que en nuestra cultura occidental está bien asentado con respecto a estas mascotas, el considerarlas incluso como distinguidos miembros de la familia, llegan a formar parte de ella. Nosotros no habríamos de ser la excepción. Y es que no existe compañía más leal ni guardián más feroz y desinteresado que un perro en casa. Aunque en muchas ocasiones, la única recompensa que reciben de nosotros estos sinceros y fieles amigos y compañeros, es el maltrato, el desprecio y el abuso. ¡No podría faltar, tratándose de nosotros los seres humanos! Esto último me recordó una cita de Samuel Langhorne Clemens, más conocido bajo el seudónimo de Mark Twain; popular escritor, orador y humorista estadounidense, autor de “Las aventuras de Tom Sawyer”, quien dijo que: “El hecho de que el hombre sepa distinguir entre el bien y el mal demuestra su superioridad intelectual sobre otras criaturas, pero el hecho de que pueda hacer el mal demuestra su inferioridad moral a cualquier otra criatura que no puede hacerlo”. Que más nos esperamos los hombres (nosotros), de los hombres (nosotros) mismos, si no le damos el valor y respeto necesarios a quienes por su calidad y cualidad nos lo brindan desinteresadamente y merecen el nuestro. Cuantas veces habremos escuchado la frase: “El perro es el mejor amigo del hombre”. El autor de esta frase fue el abogado George Graham Vest y la pronunció el 23 de septiembre de 1870, durante un juicio en el que había sido contratado para representar a un cliente cuyo perro de caza llamado Old Drurn había sido asesinado por Leónidas Hornsby, un granjero vecino. El propietario del can solicitaba una indemnización de 150 dólares (la mayor cuantía permitida por la ley en ese entonces). En el argumento final, Graham Vest, pronunció un discurso frente a la corte que pasó a denominarse “El Elogio al perro”, el cual es el siguiente: “El dinero que un hombre pueda tener también podrá perderlo, se volará en el momento que más lo necesite. La reputación de un hombre quedará sacrificada por un momento de locura o debilidad. Las personas están dispuestas a caer de rodillas para honrar nuestros éxitos, serán los que arrojen la primera piedra, cuando el fracaso coloque nubes sobre nuestro porvenir. El único, absoluto y mejor amigo que tiene el hombre en este mundo egoísta, el único que no lo va atraicionar o negar, es su perro. Caballeros del jurado, el perro de un hombre está a su lado en la prosperidad y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad. Dormirá en el frío piso donde sopla el viento y cae la nieve, sólo para estar junto a su amo. Besará la mano que no tenga comida para ofrecerle, lamerá las heridas y amarguras que produce el enfrentamiento con el áspero mundo. Si la desgracia deja a su amo sin hogar y amigos, el confiado perro solo pide el privilegio de acompañar a su amo para defenderlo contra todos sus enemigos. Y cuando llega el último acto, y la muerte hace su aparición y el cuerpo es enterrado en la fría tierra, no importa que todos los amigos hayan partido. Allí junto a la tumba, se quedará el noble animal, su cabeza entre sus patas, los ojos tristes pero abiertos y alertas, noble y sincero, más allá de la muerte”. El jurado decidió en forma unánime castigar a Leónidas Hornsby con una multa de 550 dólares (400 dólares más de lo que marcaba el límite legal) y la frase “El perro es el mejor amigo del hombre” se hizo popular para siempre. Dicho discurso tomó tanta fama que incluso, frente a la Corte Suprema de Missouri, se erigió una estatua del perro Old Drum con el texto pronunciado por George Graham Vest. (Fuentes: Wikipedía/historyplace).
Mi esposa me cuenta que un perro de su cuñado, a la muerte de éste, permaneció junto al féretro de su amo toda la noche y hasta que lo llevaron a sepultar al panteón, lugar al que no pudo acudir porque no se lo permitieron al dejarlo encerrado en casa. A pesar que Dios mismo nos trasmite a través de estas fieles criaturas, y otras especies de la naturaleza, tantos y tantos valores y virtudes ejemplares que deberíamos albergar en nuestros corazones, seguimos impávidos, impertérritos, estoicos, e incólumes ante tales enormes y grandiosas enseñanzas, que sólo nos resta afrontar las consecuencias de nuestros actos. Y si tiene perros u otras mascotas en casa, cuídelos y respételos. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.
Luis Humberto.