28 de Noviembre de 2024
 

¿Qué es el compost y cuáles son sus fases?

 

 

El compost con materia orgánica, resultado de un proceso biológico cuyo fin es estabilizar e higienizar los residuos orgánicos, es un magnífico fertilizante. Aunque sus usos y beneficios van más allá: reactiva suelos contaminados o degradados, ayuda a reciclar residuos sólidos urbanos, controla las plagas… El compostaje es parte de nuestro sustrato vital.

El compost en la agricultura y la jardinería

El uso del compost para recuperar suelos contaminados o degradados no es raro. Pero donde más se utiliza este material es en agricultura y en jardinería. El compost es el resultado de un proceso biológico que tiene el objetivo de estabilizar e higienizar los residuos orgánicos para que estos puedan ser utilizados como fertilizante. Este proceso se conoce como compostaje.

Según el ‘Manual del compostaje’ de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el compostaje es la mezcla de materia orgánica en descomposición en condiciones aeróbicas que se emplea para mejorar la estructura del suelo y proporcionar nutrientes. Se trata de un proceso controlado que libera calor, se lleva a cabo en presencia de oxígeno (aeróbico) y humedad y degrada la materia orgánica hasta convertirla en un material estable y útil como fertilizante o como sustrato.

En realidad, el compostaje imita la degradación natural de la materia orgánica, pero lo hace de forma más eficiente y controlada. “Para fabricar compost se puede utilizar cualquier residuo orgánico, aunque los más convenientes son los residuos vegetales”, señala Bernal. Aun así, son las legislaciones de cada país o territorio las que establecen qué se puede considerar compost y qué no. Según los reglamentos europeos, por ejemplo, puede producirse compost a partir de los siguientes materiales:

Estiércoles y purines. Es decir, las excreciones de los animales de ganadería, de contenido elevado en nitrógeno.

Fracción orgánica de los residuos sólidos urbanos. En este caso, deben proceder solo de la recogida selectiva de orgánicos, para evitar que vengan mezclados con otros residuos como plásticos o vidrio.

Restos forestales o agrícolas, con preferencia por los materiales leñosos. Suelen ser residuos con alto contenido en carbono.

Residuos de la industria agroalimentaria, como, por ejemplo, los restos tras la extracción del aceite de oliva o del mosto para la elaboración de vino.

Más allá de aspectos legislativos, en realidad, cualquier material orgánico puede someterse a un proceso de compostaje. “Para poder tener un buen compost necesitamos, sobre todo, equilibrio entre los materiales ricos en carbono y los ricos en nitrógeno. La relación debe ser de alrededor de 25 partes de carbono por una de nitrógeno”, explica Neus Vinyals, ingeniera agrícola y coordinadora de la asociación L’Era de estudio y fomento de la agricultura ecológica.

Las cuatro fases del compostaje

El equilibrio entre nitrógeno y carbono es solo una de las claves del compostaje. Además de los dos elementos químicos que aporta la materia orgánica, el proceso se desarrolla en presencia de oxígeno y agua siguiendo cuatro fases bien diferenciadas, tal como señala el documento de la FAO.

Fase mesófila

El proceso de compostaje se inicia a temperatura ambiente y poco a poco, con el paso de entre unas pocas horas y días, la temperatura de la mezcla va aumentando debido a la actividad de los microorganismos. “Si los microorganismos no tienen oxígeno y humedad, dejan de actuar, la mezcla acaba enfriándose y el proceso de compostaje se frena”, señala Pilar Bernal. El objetivo es alcanzar entre 50 y 70 grados centígrados.

Fase termófila o de higienización

Una vez superados los 45 grados, los organismos que se desarrollan a estas temperaturas, los llamados mesófilos, desaparecen y son reemplazados por microorganismos que soportan hasta 100 grados, los termófilos. Esta temperatura se mantiene mientras continúa el proceso de descomposición de la materia orgánica y puede durar meses. Las altas temperaturas contribuyen a la higienización de la mezcla, ya que destruyen cualquier tipo de contaminante biológico.

Fase mesófila o fase de enfriamiento

“Después de la fase termófila, vuelve a bajar la temperatura. En ese momento, debemos decidir si volteamos la mezcla para homogeneizarla y volver a elevar la temperatura o dejar que esta vaya bajando”, explica Neus Vinyals. En esta fase, más cercana a la temperatura ambiente, continúa la descomposición y los organismos mesófilos se reactivan.

Fase de maduración

Tras un periodo de enfriamiento, una vez la producción del compost se ha completado, llega el momento de la maduración. Esta última fase del proceso se produce a temperatura ambiente y permite la consolidación de nuevas moléculas. Durante varios meses, el compost madura y suma nuevas poblaciones microbianas, así como nuevos grupos de organismos como anélidos, ácaros o insectos que completan la transformación.

Estas cuatro fases marcadas por el perfil térmico del proceso se repiten siempre, sea para la producción de compost en casa como para el compostaje industrial. “Las diferencias en este caso son tecnológicas. Los domésticos son compostadores pequeños en los que la aireación se realiza de forma pasiva. Suele ser un proceso lento y poco eficiente, pero el resultado puede ser muy bueno”, señala Pilar Bernal.

“A nivel industrial tenemos desde procesos muy básicos, como pilas de materia orgánica que se airean con una pala que voltea los materiales, a otros más complejos, como las trincheras en las que hay un tornillo sin fin que se encarga de airear el material constantemente”, añade. “El proceso se puede complicar, tecnológicamente hablando, hasta el infinito. Pero la gran ventaja del compost es que se puede hacer muy bien de forma muy sencilla”.


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