21 de Julio de 2025
 

Familia Trump, una franquicia con sede en la Casa Blanca

 

 

  • Criptomonedas, fundaciones, cenas para recaudar millones... el Ejecutivo actual de Estados Unidos hace su “agosto” aprovechando su posición

 

EL UNIVERSAL

Miami.— En la Unión Americana de la segunda presidencia de Donald Trump, la frontera entre el poder político y el interés económico privado ya no existe como barrera ética ni como principio constitucional. Ha sido arrasada y reemplazada por una autopista de dos sentidos, donde se trafican influencia, contratos, tokens, criptomonedas y favores bajo el amparo del poder presidencial. En el centro de esta operación se encuentra la familia Trump, que ha convertido la presidencia de Estados Unidos no sólo en un ejercicio de poder político absoluto, sino en una maquinaria de ingresos económicos privados de dimensiones globales.

Si en su primer mandato (2017-2021) Trump generó controversia por el uso de hoteles y propiedades familiares para recibir delegaciones oficiales, en los seis meses que lleva de este segundo se ha generado una estructura sistemática de autoenriquecimiento. Los símbolos del gobierno federal estadounidense, desde el escudo presidencial hasta el aura del Despacho Oval, han sido licenciados, subastados y empaquetados en forma de criptomonedas, fundaciones, consultoras privadas y cenas de recaudación selectiva. Nada queda al margen; ni la familia, ni los socios, ni la propia narrativa de país.

La evidencia más rotunda de este modelo está en la operación de World Liberty Financial (WLF). “Se trata de una firma financiera bajo control de los Trump, en la cual Trump Jr. es el presidente y que, entre otras cosas, ha emitido la criptomoneda $TRUMP, que no es otra cosa que un token especulativo que, lejos de ser un experimento tecnológico, ha servido como llave de acceso a eventos exclusivos presidenciales”, explica a EL UNIVERSAL el economista Iván Jiménez. Trump ha reconocido en su declaración financiera oficial ingresos por más de 57 millones 400 mil dólares derivados directamente de su participación en esta empresa. Pero la cifra total recaudada por la familia Trump a través de comisiones, licencias y beneficios derivados de esta operación supera ampliamente los 320 millones de dólares.

La piedra angular de este sistema fue la cena privada organizada en Mar-a-Lago en mayo. A ella sólo podían asistir quienes hubieran invertido cantidades millonarias en $TRUMP. Según los registros públicos, el evento recaudó 148 millones de dólares en cuestión de semanas. Los asistentes no eran simpatizantes anónimos; “se trata de empresarios tecnológicos, magnates asiáticos, operadores logísticos y ejecutivos de criptomonedas”, señala Jiménez. “La entrada les otorgaba no sólo presencia junto al presidente, sino acceso al ‘círculo interno’ de decisiones, favores y protecciones especiales”.

Justin Sun, fundador de Tron y figura central del ecosistema cripto asiático, fue uno de los invitados. Recibió de manos de Trump un reloj Tourbillon valorado en más de 100 mil dólares, decorado con el sello presidencial. Sun agradeció públicamente la visión de Trump en materia de “libertad económica digital”. Pero no se trataba de un gesto simbólico; semanas antes, la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés), había pausado una investigación por presunta manipulación de mercado que lo implicaba. Otros asistentes incluyeron ejecutivos de MemeCore, Kronos Research y Fr8Tech, cuyos representantes admitieron públicamente que su motivación era establecer vínculos estratégicos con Trump.

Freight Technologies Inc. (Fr8Tech) está registrada en Texas y se especializa en soluciones de transporte y logística inteligente para el comercio entre México y Estados Unidos. Su CEO y propietario principal es el mexicano Javier Selgas, un empresario con experiencia en innovación digital aplicada al transporte transfronterizo, quien ha admitido que la inversión superior a 20 millones de dólares en tokens $TRUMP fue motivada por el objetivo estratégico de “acercarse al centro de decisión federal” y “condicionar políticas de inspección aduanera favorables” a través de la influencia directa que ofrece la cena con el presidente Trump y sus operadores comerciales.

El caso de GD Culture Group, con conexiones empresariales en China y participación en el ecosistema de TikTok, es más inquietante: colocó fondos en $TRUMP y en USD1, una stablecoin paralela promovida por WLF, con el objetivo de “ampliar su presencia en el mercado estadounidense de redes sociales”, justo cuando el Congreso debatía la regulación y posible prohibición de TikTok.

Lo que debería haber sido motivo de investigación inmediata se ha tratado como si fuera una donación política cualquiera. Pero no lo es. La familia Trump “no sólo controla las apariencias del evento, sino también los mecanismos financieros que lo sustentan”, dice el economista. WLF tiene su sede registrada en Delaware, donde Jared Kushner también creó Executive Branch Holdings LLC, firma de consultoría geopolítica que ha firmado contratos con fondos soberanos de Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos. Esos acuerdos han sido objeto de preocupación en el Senado, ya que se firmaron mientras Kushner aún tenía acceso a información clasificada y participaba en sesiones del Consejo de Seguridad Nacional.

La dimensión empresarial del clan Trump es tan profunda como ramificada. Lara Trump dirige la fundación Patriot Hearts desde una mansión en Washington, con aportes de empresarios agrícolas, contratistas federales y donantes corporativos. La fundación se presenta como una organización de ayuda a veteranos, pero financia eventos donde los hijos del presidente aparecen como conferencistas, en clara convergencia entre poder institucional y promoción personal.

Melania Trump ha lanzado su propia línea de tokens digitales, $Melania, que son conmemorativos y coleccionables, promovidos en plataformas ligadas a WLF.

Barron Trump, a sus 19 años, figura como uno de los principales beneficiarios de la operación digital. De acuerdo con documentos de World Liberty Financial y registros ante la SEC, su nombre aparece vinculado a un fideicomiso que ha generado más de 40 millones de dólares en retornos desde marzo. Aunque no ocupa ningún cargo oficial, su papel como rostro simbólico de $TRUMP y embajador digital ha sido ampliamente promocionado por la firma. Su presencia en la cena fue uno de los atractivos exclusivos para los inversionistas.

 

DE RELOJES A BIBLIAS Y PERFUMES

 

La familia Trump ha levantado un emporio paralelo de productos simbólicos —desde biblias y zapatillas doradas hasta perfumes, guitarras, relojes y monedas conmemorativas— que, según estimaciones de analistas financieros, ha generado más de 250 millones de dólares en ganancias sólo en 2025, con márgenes superiores a 70% y sin estar sujetos a supervisión federal. Todo se vende como “forma de apoyar al presidente”, pero los ingresos van directo a plataformas privadas controladas por la familia, usando también la imagen y los símbolos del poder.

El senador Richard Blumenthal ha calificado esta operación como “una burla sin precedentes a los principios de integridad pública”. Su oficina lidera una investigación sobre posibles violaciones a la cláusula de emolumentos de la Constitución, que prohíbe que el presidente reciba beneficios de gobiernos extranjeros sin autorización del Congreso. Maxine Waters ha solicitado explicaciones formales a la SEC por el retraso en las investigaciones sobre Justin Sun.

El marco legal actual no impide que un presidente posea o participe en negocios privados mientras está en funciones, siempre y cuando no se pruebe que recibió un beneficio “a cambio” de un acto oficial. Esa es la interpretación restrictiva del Departamento de Justicia, que ha sido fuertemente criticada por juristas constitucionalistas. Brendan Fischer, abogado especializado en financiamiento político, afirmó que “la manera en que se ha estructurado esta operación parece diseñada para evadir la ley, pero claramente viola su espíritu”.

Al menos 19 de los 25 mayores inversionistas en $TRUMP son de origen extranjero, reveló un informe del subcomité de ética del Congreso. Muchos de ellos tienen vínculos con fondos soberanos, holdings financieros offshore y plataformas cripto que han buscado protección frente a regulaciones del gobierno estadounidense. La opacidad de estas operaciones ha sido reforzada por el hecho de que la SEC, bajo la administración Trump, ha sido desmantelada en sus divisiones investigativas y sus reglas de transparencia flexibilizadas por orden ejecutiva.

La Orden Ejecutiva 14178, firmada en enero, eliminó más de 14 regulaciones impuestas entre 2021 y 2024, incluyendo las que prohibían que funcionarios federales tuvieran participaciones no divulgadas en criptomonedas. Aunque la nueva Ley Genius establece restricciones sobre el uso de stablecoins por parte de funcionarios públicos, excluye deliberadamente al presidente. La razón de esa omisión fue explicada por el senador republicano Thom Tillis como “una salvaguarda institucional para no interferir con el liderazgo electo”.

El Congreso ha intentado reaccionar. Proyectos como el Stop TRUMP in Crypto Act y el MEME Act buscan prohibir que presidentes o sus familias emitan o se beneficien de activos digitales mientras estén en funciones. Sin embargo, ambas iniciativas están estancadas. “Lo que está en juego no es sólo el enriquecimiento muy posiblemente ilícito, sino la transformación del gobierno federal en un vehículo personal para sacar amplios dividendos familiares”, subraya Jiménez; “EU es gobernado por una familia que ha hecho de la presidencia una marca comercial”.


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