Juan Carlos Jiménez
Cientos de tlapacoyenses día a día viven en medio de un deplorable estado de contaminación, esto generado en parte por los mismos habitantes y en parte por muchas personas sin escrúpulos que tiran la basura a cielo abierto.
Con un recorrido por la rivera del que en su momento fue el río Itzapa, y que ahora esta convertido en un verdadero foco de infección, sin que ninguna autoridad, principalmente las dedicadas a la ecología y protección al medio ambiente hagan algo para evitar el daño.
Al contrario solo se hace crecer el casco de la población, lo que está haciendo que un mayor número de desechos contaminantes se genere a diario; siendo insuficiente el personal asignado a limpia pública, quienes poco pueden hacer para recolectar las toneladas de desechos que a diario se generan.
Desgraciadamente los excesos de basura y la falta de conciencia por parte de los ciudadanos han llevado a la pérdida de un río que antaño era un gran afluente del que muchas personas acudían a diario a realizar actividades propias de los trabajos comunales y del mismo afluente como lo era la pesca, de la cual muchas personas sostenían su economía.
Ahora muchas caídas de agua llegan a este afluente, pero desgraciadamente estas caídas son de agua de drenajes que no están conectados a la red general; si no se les hace más fácil verter todos los desechos líquidos y sólidos; así como granjas y mataderos clandestinos a las márgenes de este arroyo.
Lo que en su momento provocó la extinción de la fauna acuícola, y que está generando un sinnúmero de enfermedades respiratorias, de piel, y demás generadas por la gran contaminación existente.