Salgo muy poco, pero me informo, procuro mantenerme actualizado en cuanto a todo lo que sucede en el pueblo, y hace poco me enteré que lamentablemente no existe una sola librería formal en el pueblo que ofrezca literatura clásica y contemporánea interesante. Es una lástima, pero esa es nuestra triste realidad. No culpo a los posibles interesados en invertir en el ramo por dejar de hacerlo, pero la verdad es que la demanda es poca o casi nula y los que gustan y pueden comprar una buena obra, lo hacen en las ciudades más grandes que nos circundan.
Verdaderamente esto es de lamentar. Hace algún tiempo platicaba con un muy buen amigo al respecto, y me decía que él, cuando se le apetece algún buen libro, lo encarga a sus hijos o a familiares que tiene en Xalapa. Igual le hago yo, le explique. Los jóvenes, comentábamos también, se interesan más por la Internet que por la lectura tradicional, y de la lectura obligada ni se diga, en la Internet se encuentran antologías, resúmenes y análisis completos de obras literarias que bien pueden engañar a sus profesores de haber leído un libro, si leen con detenimiento esos documentos virtuales. Sería interesante que cuando los profesores pidan a sus alumnos leer algún libro en particular, algo que sucede muy poco, sugieran obras pequeñas, de fácil acceso y comprensión, tratando a la vez de cultivar en ellos el gusto por la lectura. Y es que, con la lectura, la buena lectura, una persona se transforma, multiplica su vida, descubre con su imaginación sin límites ni condiciones, nuevas aventuras, sentimientos y emociones. Leyendo se viaja mucho y se aprenden nuevas costumbres, conociendo nuevos lugares gastando poco y sin el esfuerzo de hacer maletas. Se ha preguntado usted alguna vez ¿por qué en gran parte, las antiguas culturas del mundo, como los griegos, los mayas, los egipcios y muchas otras sociedades más, destacaron en muchas disciplinas como la astronomía, las matemáticas y la literatura entre otras artes y ciencias? Tal vez, porque no existían en sus tiempos innumerables fuentes de distracción como las hay ahora, y las personas que realmente gustan del cultivo de su acervo cultural y científico son contadas. Además, afortunadamente no tenían televisión ni computadoras e internet que, paradójicamente a pesar de ser poderosos medios masivos de comunicación, principalmente la televisión, teniendo la maravillosa oportunidad de promover programas educativos que induzcan el gusto por las ciencias, la cultura y las artes, prefieren hacer lo que actualmente producen, basura comercial que le genera mayores beneficios.
Si el gobierno, a través de una adecuada legislación, se preocupara por obligar a las televisoras a que incluyan en su trasmisión diaria, programas educativos durante horarios adecuados y extensos, otro gallo nos cantara, pero eso es una quimérica utopía personal. La televisión, internet, videojuegos, tabletas y celulares son las principales barreras electrónicas que impiden el desarrollo intelectual y cultural de jóvenes y adultos. Es cierto, son armas de doble filo y la opción de su uso está en nosotros, pero lamentablemente un pueblo sin educación se deja arrastrar en la vorágine de su desenfrenada carrera por la obtención de utilidades. Leer ilustra, abate el marasmo en que nos hallamos sometidos, despierta conciencias y propicia la imaginación que nos conduce a la consecución de buenas metas. Convenza a sus hijos y familiares de practicar la lectura de obras literarias o de ensayos científicos. Existe tanta literatura barata, comercial, que nada bueno nos aporta, aléjese de ella y cultívese, para que cada vez que le inviten a leer no diga: ¿Libros? No, gracias. Se lo dejo de tarea. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.
Luis Humberto.