El centrar nuestra atención en algo, hace que nuestra mente se fije en un punto hasta el grado de hacerlo realidad. Es por eso que tenemos que cuidar que nuestra atención no se fije en el fracaso, en la pobreza, en el miedo, en las deudas, en la crisis, y en cuantas calamidades podamos atraer y en todo lo negativo para nosotros. Porque entonces eso es lo que tendremos. Sucede lo mismo si nuestra atención está en la riqueza o en el éxito.
Existe un lugar mágico donde todo es posible, ese lugar está oculto por los senderos de la mente. Cuando somos niños, ese sendero es un camino ancho y nos resulta fácil llegar a él. Pero al crecer lo vamos obstruyendo con la mala hierba de tantas cosas que aprendemos y muchas otras que nos imponen y que para nada necesitamos. Perdemos la magia y mucho más que eso. El candor, la pureza y la inocencia de nuestro espíritu, y nos cuesta creer y nos cuesta hallar las soluciones a las cosas. Si tan solo paseáramos de nuevo por el campo de ése lugar, encontraríamos que hemos olvidado el sendero, y la única forma de recordarlo es desapareciendo muchas cosas y recordando otras que yacen en el olvido del niño que un día fuimos. He aprendido que me está tomando mucho tiempo llegar a ser la persona que quiero ser. He aprendido que, o controlo mi actitud, o ésta me controla a mí. He aprendido que la madurez tiene mucho que ver con la clase de experiencias que he tenido y con lo que he aprendido de ellas, y poco con la cantidad de cumpleaños que he celebrado. Recordemos que la vida es un aprendizaje constante. “La vida es aquello que le va sucediendo mientras usted se empeña en hacer otras cosas”. Que la Paz repose en ustedes. Que la Salud sea una con todos. Que la prosperidad los desborde. Que la Conciencia y la Sabiduría los acompañe juntas en el camino. Que el amor se haga consciente a cada segundo.
Centremos pues nuestra atención en todas las cosas positivas y bellas que puedan beneficiar a los demás y a nosotros mismos. Fijemos nuestra mente en ellas hasta que las hagamos realidad. Dígame si alguna vez usted ha logrado materializar algún pequeño deseo que muchas veces soñó, ¿Verdad que sí? Lo mismo sucede con las cosas que más valen la pena, con las cosas grandes y extraordinarias que conducen al éxito y la prosperidad. Sólo requieren que sus pensamientos sean más congruentes con sus acciones consecuentes, y demandan de mayor tiempo y trabajo en su realización porque valen más la pena. Alguna vez escuché, no recuerdo dónde, “Como el viejo lo decía: Si las cosas que realmente valen la pena se hicieran fácilmente, cualquiera las haría”. Pónganse en sintonía con el Universo y Él actuará en la atención que usted aplique en su vida diaria y no desespere, tenga paciencia y sea constante. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.
Luis Humberto.