23 de Noviembre de 2024
 

Opinión / Cuesta de enero / Por Juan Carlos Sánchez Magallán

 

 

Entre las muchas costumbres mexicanas está el tradicional puente vacacional denominado Guadalupe-Reyes, forma popular de llamar al periodo de fiestas y celebraciones que se dan desde el 12 de diciembre hasta el 6 de enero, con siete festividades principales:

El 12 de diciembre se celebra el Día de la Virgen de Guadalupe, la patrona de México, con peregrinaciones, misas, mañanitas y ofrendas florales.

Del 16 al 24 de diciembre se realizan las posadas, que son fiestas tradicionales que recrean el peregrinaje de José y María en busca de posada para el nacimiento de Jesús.

El 24 de diciembre se celebra la Nochebuena, que es la víspera del nacimiento de Jesús. Se acostumbra a cenar en familia y a intercambiar regalos.

El 25 de diciembre se celebra la Navidad, que es el día del nacimiento de Jesús. Se suele asistir a la misa de gallo y a comer el recalentado, que son los restos de la cena de Nochebuena.

El 28 de diciembre se celebra el Día de los Santos Inocentes, que es una fecha en la que se recuerda la matanza de los niños ordenada por el rey Herodes, donde se acostumbra a hacer bromas y chistes a los demás, y a pedir dinero o regalos a cambio de devolver lo que se ha tomado prestado.

El 31 de diciembre se celebra el Año Nuevo, que es el fin de un año y el inicio de otro. Se acostumbra a cenar en familia y a brindar con champaña o sidra, según el bolsillo de cada familia, donde se realiza la tradición de comer 12 uvas, una por cada mes del año, pidiendo 12 deseos de bienestar.

El 6 de enero se celebra el Día de Reyes, que es el día en que los Reyes Magos llegaron a Belén y le entregaron sus regalos al niño Jesús, donde acostumbra a comer la rosca de reyes y dejarle obsequios a todos los niños de México que se portaron bien. Quien encuentre el niño en su rebanada de pan, debe invitar los tamales el 2 de febrero, que es el Día de la Candelaria.

Pasado el maratón vacacional de 27 días, los mexicanos reiniciamos nuestra vida habitual, y con ella vivimos “la cuesta de enero”, donde se hace frente a todos los adeudos contraídos por las festividades de invierno, y los habituales como renta, luz, agua, celular, predial, colegiaturas y los plásticos bancarios, que contienen feroces intereses que los vuelven impagables. Nada que decir de los créditos que se ofrecen con tasas que están por las nubes.

A eso debemos agregar la escalada de precios que registran los artículos de consumo de primera necesidad como lo son el pan, leche, huevo, pollo, carne, frijol y las tortillas.  Así, las amas de casa, inician su peregrinar con largas filas en las casas de empeño para pignorar toda clase de objetos personales como, televisores, computadoras, tabletas, celulares, relojes, alhajas, bicicletas, hornos de microondas, y hasta licuadoras… ¡De ese tamaño en la necesidad!

El Banco Mundial informó que la economía global se vio afectada por varios factores en el 2023, que provocaron una desaceleración del crecimiento, un aumento de la inflación, una mayor deuda y desigualdad. Algunos fueron: la guerra de Ucrania, que generó una crisis internacional y una tensión geopolítica entre las potencias mundiales.  La crisis migratoria, que afectó a millones de personas, quienes huyeron de sus países por diversas causas y que enfrentaron dificultades y riesgos en su travesía. La pandemia de covid-19 que, aunque se logró controlar gracias a la vacunación y los tratamientos, dejó un saldo de más de 300 millones de casos y más de seis millones de muertos en todo el mundo. Las elecciones en México, que definieron el panorama político de cara a las presidenciales de 2024.

Algunas medidas de política pública que incentivan la inflación son: una Política monetaria expansiva que aumenta la cantidad de dinero en circulación. Una Política fiscal que incrementa el déficit público y la demanda agregada. El tipo cambio de pesos a dólares que favorece a las importaciones en detrimento de las exportaciones de nuestro país.  Lo anterior repercute directamente en los bolsillos de los consumidores. ¿O no, estimado lector?



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