23 de Noviembre de 2024
 

KLI KLI / Por Osbaldo Ramos Vázquez

 

 

 

“Somos adictos a lo que nos destruye” – Fiódor Dostoyevski. El tema de las drogas está relacionado muchas veces con el narcotráfico y el crimen organizado, pero si alguien hablara sobre ellas, se le diría si posee la moral para criticarlas. Las drogas han sido usadas por personas intelectuales, famosos artistas, entre ellos, músicos como por ejemplo las leyendas del Heavy Metal o el Rock and Roll. Es un tema que quiero relacionarlo con mi infancia y con mi experiencia respecto a las personas que me han confesado que las consumen o consumían. Nunca imagine que las tardes en las que me organizaba con mis compañeros de escuela para ir a jugar futbol, o pasar horas rodando en bicicleta quedarían como un bello recuerdo en donde la inocencia nos llevaba a imaginar ser grandes y divertirse como los adultos. Claro esta que cuando veíamos a una persona ebria el miedo era grande de verla actuar de una manera extraña y grosera. Recuerdo que una vez nos correteo una persona ebria, nunca quise saber con qué intenciones lo hacía, pero fue algo que nos dejo bien claro, que no queríamos vernos así. Tampoco imaginé que esas tardes que pasé con mis primos jugando a las atrapadas o escondidas serían tristes recuerdos de los que ya casi nadie habla. Las rupturas maritales han sido uno de los pretextos para meterse al mundo de las drogas. Sé que la mayoría recuerda ese comercial que se hizo famoso por ser una caricatura de una flor cantando: “Si te ofrecen drogas te van a decir que se siente bien padre que te vas a reír, no es cierto, no hagas caso, no es cierto”. Era un niño, no sabía nada de antropología, sociología o psicología ni mucho menos de ciencia política, pero con los saberes que hoy tengo sé que las drogas se han vuelto un problema social que esta afectando a muchos jóvenes. En mi infancia era raro ver a alguien drogarse en las calles y si al menos sabíamos que lo hacían era una cosa privada, es decir, sabían que estaba mal hacerlo en vía pública. Recuerdo que en la preparatoria un maestro nos digo que el día que quisiéramos fumar marihuana que lo recomendable era hacerlo con alguien que ya tenía experiencia, pues de cierta manera podría decirnos cómo hacerlo o en su defecto cuidarnos, ya que por último decía que, si era un familiar mucho mejor, pero lo mejor era no hacerlo. Después pude escuchar el famoso nombre de la dura, ricky, o el durazno grande que hace alusión a la piedra. Pude ver a la gente adulta fumarla en una lata, pero era difícil encontrar a jóvenes haciendo eso. Al cumplir los 23 años quise conocer las drogas de cerca y primero me acerqué con un tío. El había comenzado desde los 14 y le pregunte por ellas y me dijo como se usaban y en donde conseguirlas. En ese entonces estaba todavía cuerdo a pesar de haber probado gran variedad, pero era, decía él, cocodrilo porque estaba consumiendo cocaína. Después de decirme como conseguirlas fue cuando pude descubrir quienes lo hacían, entre ellos, compañeros de secundaria y preparatoria. Hasta aquí todo bien. No fue sino un día que encontré a un compañero de la primaria y me dijo que, si podía fumar un toque de mota frente a mí, yo accedí, pues para ese entonces ya me había informado con mi primo, siendo médico él me explico los síntomas y las consecuencias, pero no era tan malo comparando a las sintéticas. Mientras estaba quemando su toque comenzó a decirme que su esposa ya lo había dejado y que además ya tenía problemas con los pulmones y que la mayoría de los dientes ya se le habían caído, yo le pregunte por qué y fue cuando me hablo sobre el cristal, kriko, cebollita, etc. Me dijo: “Puedes fumar mota, pero jamás se te ocurra fumar esto de lo que te estoy hablando o vas a echar a perder tu vida”. Después de no ver varios años a un primo, me lo encontré y nos fuimos a convivir hasta su casa, ahí compramos pulque y mientras fumaba me dijo lo siguiente: “Hay una droga que se está consumiendo a los morros de temprana edad”, le dije que ya había escuchado hablar de ella y continuó diciendo: “He visto que, a la primera fumada, vuelven a pedir y jamás la sueltan, pero no se informan y todo aquel que la consuma está perdido”. Desgraciadamente no tardo en llegar a mi pueblo y desde entonces la marihuana pasó a ser para una minoría. Cuando llegó, comenzaron los robos, los golpes, se encontraba a gente bien perdida en las calles. Mi tío era un hombre que, a pesar de consumir drogas, trabajaba para ellas, pero cuando conoció el kriko, renunció a todo, a tal grado que comenzó a vender sus cosas y en última instancia comenzó a robar para así consumir cada vez más. Luego en el billar que solía frecuentar con mis amigos, se llenó de esas personas. Era sorprendente ver como actuaban. La mandíbula entumida, mordiendo una tarjeta de crédito y golpeando la mesa de estar tan acelerados. Dicen que los jóvenes hoy en día son de cristal y bien les va con esta droga, todo aquel que la ha consumido no sale de ella. No conozco a nadie que me haya dicho que pudo salir de ese problema. La mayoría esta anexada, otros trabajan para eso y algunos se van a vivir debajo del puente o andan perdidos en las calles. Sé que ha visto a personas así, pero el mal uso de las drogas no es como tal una enfermedad como lo es el alcoholismo, sino que es una decisión en la que yo he insistido a mis alumnos a que aprendan a decir “No”. Cuando digo que es una decisión, es como pararte enfrente de un tráiler en movimiento. Bien podríamos llamarlo un error de juicio. No son las drogas sino en cómo se prohíben y eso hace que pesen sobre ellas más el morbo y las causas de su uso desinformado, irresponsable hace que su deseo se despierte más: lo prohibido siempre despierta más interés. La narco-cultura está sembrando cada vez más su consumo, un ejemplo muy claro está en la música. No tengo moral para decirles que deben hacer, pero si una sentencia: “Las drogas que necesita tu cerebro, él mismo las produce”.



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