17 de Julio de 2025
 

Opinión / Erradicar violencia contra la mujer / Por Santiago García Cortina

 

 

El 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer, por lo que justicia e igualdad son palabras muy sonadas en esta semana. No es un festejo, pues es una lucha que no ha acabado ni se ve una fecha próxima para su finalización. Hoy en día, la violencia contra la mujer, lejos de erradicarse, cada día pareciera que las razones por las que las batallas que han tenido no son recordadas. Sigue existiendo violencia y condiciones desiguales para la mujer en pleno 2024. Mucho por hacer, Xóchitl y Claudia.

En la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, emitida por la Asamblea General de la ONU en 1993, se consiguió su definición como “todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”. La Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer Convención de Belém do Pará, define la violencia contra la mujer como “cualquier acción o conducta basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado”. El 1 de febrero de 2007 se publicó en el DOF la ley General de Acceso de las Mujeres a una vida Libre de Violencia, la cual continúa adaptándose a la realidad histórica que vivimos (últimas reformas en enero de 2024) y no creo que sean las últimas. En dicho ordenamiento se define la violencia psicológica, física, patrimonial, económica, sexual, a través de interpósita persona y recientemente se (recorrió) agregó una fracción adicional sobre violencia que es más amplia: “Cualquiera otras formas análogas que lesionen o sean susceptibles de dañar la dignidad, integridad o libertad de las mujeres”; dicho lo anterior, cada uno de los tipos de violencia pueden presentarse de forma individual o de forma intercalada y continuada, lo que presenta el reto para atender a cada caso.

Hoy, es común encontrarse convenios en materia familiar donde una mujer renuncia a derechos (pensión alimenticia para la mujer, compensación) aun y cuando se hayan dedicado preponderantemente a actividades del hogar y acepta condiciones con el único ánimo de salir con vida del tema y continuar con su día a día, dejando atrás dicha presión y violencia. Sin embargo, al leer dichos convenios las preguntas que incomodan son: ¿Por qué aceptó renunciar a una compensación?, ¿renuncia a una pensión para ella? ¿Qué y por qué le recomendó su abogado renunciar? ¿Qué le explicó el mediador, y/o el juzgador? Son dudas razonables para poder tratar de entender las razones por las cuales tomaron esa decisión. Muchas veces el resultado es evidente: violencia. Al detectar esta conducta se debe buscar justicia donde se puedan restablecer las condiciones que debieron de prevalecer en un primer momento.

Los jueces deben aplicar el método con perspectiva de género para lo cual se deben buscar resoluciones más justas e igualitarias, de acuerdo con el contexto de desigualdad, por condiciones de género y de violencia. El método está basado en la jurisprudencia, con registro 2011430, donde prevé lo siguiente: i) identificar primeramente si existen situaciones de poder, ii) cuestionar los hechos y valorar las pruebas a fin de visualizar las situaciones de desventaja provocadas por condiciones de sexo o género; iii) ordenar las pruebas necesarias para visibilizar violencia, vulnerabilidad o discriminación; iv) de detectarse la situación de desventaja por cuestiones de género; v) aplicar los estándares de derechos humanos de todas las personas involucradas; y, vi) evitar el uso del lenguaje basado en estereotipos o prejuicios.

Los mecanismos y ordenamientos para erradicar la violencia contra la mujer ya existen, el quid es encontrar la voluntad de las mujeres que viven con violencia que tengan un espacio libre y seguro para poder alzar la voz y defender sus derechos humanos, principalmente su derecho a la vida. No está fácil.



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