18 de Febrero de 2025
 

MOMENTO DE ACOTAR / ¿Por qué será? Política, carteles, fentanilo / Por Francisco Cabral Bravo

 

 

 

Con solidaridad y respeto a Rocío Nahle García y Ricardo Ahued Bardahuil

 

Debemos ser muy cautos cuando un gobierno requiere de muchas explicaciones, de muchas aclaraciones o de muchas justificaciones. Cuando sus acciones están saturadas de dudas, de incertidumbres o de vaguedades. Así vimos la pasada administración. ¿Qué es lo que estuvo mal? ¿El discurso o la acción? ¿En dónde fallaron y qué es lo que debemos corregir?

He preguntado a muchos veracruzanos y todos coinciden en que lo más serio del equipo gubernamental son Ricardo Ahued y José Manuel pozos. Hoy, tan solo diré que el secretario y subsecretario de gobierno dicen y hacen lo que deben decir y hacer. Su estirpe es lealtad y de seriedad. Lo están confirmando. La tienen muy canija, pero muy prometedora. Según el paso de la carga en el monto del flete. Todos me entienden.

No hablan mucho y eso es bueno. Pero sí trabajan mucho y eso es mejor. Lo más importante de un político es que mueva, que reubique y que convenza, tanto a los suyos, como incluso, a los opositores. Su batalla es larga y ay poca paciencia en el público. Los veracruzanos tienen todo el derecho de exigir, quieren resultados.

El superior hombre de Estado debe ser humilde, qué lista síndrome impredecible del político indispensable. Debe ser inteligente síndrome supremo del estadista infalible.

Empezamos a observar las modificaciones a la Constitución de la presidenta Claudia Sheinbaum, como la no reelección y el nepotismo, figuras nefastas para el ejercicio de la política y la representación popular, en donde se han enquistado personajes de no grata reputación que carecen de posibilidad alguna para ganar una elección directa o de acceder a una posición de poder por méritos propios en lugar de sus lazos familiares.

El apotegma revolucionario de “Sufragio efectivo, no reelección” se recupera con Claudia Sheinbaum y le agrega el toque personal con el no al nepotismo.

En este sentido, son loables esas primeras iniciativas de la doctora que, de suyo, buscan limpiarle la cara a la política, el tiempo de abrirle espacios a los nuevos cuadros políticos con nuevos liderazgos de la sociedad que han sido desplazados por esos viejos y mañosos políticos que han logrado perpetuarse en el Congreso, más por su influencia que por sus capacidades y podes de convocatoria entre la gente.

Cierto, la reelección ha beneficiado principalmente a los líderes de partidos políticos que, luego, se convierten en líderes de las bancadas o estos mismos se columpian entre ambas Cámaras legislativas para no soltar el hueso, ni la coordinación de sus legisladores.

Bajo la figura de la representación popular, los oportunistas y acomodaticios no tienen siquiera a la obligación de hacer campañas políticas, sino simplemente sentarse a esperar los resultados electorales y que éstos sean superiores al 3% de la lista nominal para no perder el registro como partidos políticos. La palabra “corrupción” se ha vuelto parte del discurso cotidiano en México. Se repite tanto que parece haber perdido su peso real. Le escuchamos en cada escándalo político, en cada promesa de campaña, en cada discurso de quienes se llaman a sí mismos protectores de la moral pública. Es necesario preguntarnos qué significa realmente la corrupción y de dónde surge su origen.

El término proviene del latín corrumpere, que significa podrido, putrefacción. No es solo una palabra con significado negativo, sino un concepto que se traduce en una degradación interna, algo que se echa a perder desde adentro, hasta volverse irreconocible. Y eso es exactamente lo que está ocurriendo en nuestra sociedad. Nos estamos pudriendo desde adentro. Pero ya se ha hablado demasiado de ello. Se han escrito libros, columnas, discursos y denuncias interminables en contra del tráfico de influencias, enriquecimiento ilícito, operaciones con recursos de procedencia ilícita, ejercicio ilícito del servicio público y delitos electorales, entre otros. Vemos a la corrupción como si fuera un virus que solo afecta a los políticos y a las instituciones, como si nosotros, los gobernados, no tuviéramos nada que ver con esta podredumbre. Por eso, en este momento, es hora de hablar de la corrupción de la sociedad misma, porque el problema no es sólo el sistema, sino cada uno de nosotros. La corrupción está en la calle, en los centros de trabajo, en las escuelas y en los hogares.

Lo más grave es que la corrupción no es solo un acto, sino una mentalidad. Y cuando una sociedad adopta una mentalidad corrupta, la descomposición se extiende a todos niveles. Hoy vemos jóvenes que no entienden la diferencia entre el bien y el mal. ¿Qué está pasando con nuestra sociedad? Esos jóvenes podridos, corruptos, no nacieron así. Son el reflejo de hogares sin valores, de familias que han abandonado su responsabilidad de educar con principios, de un sistema que ha normalizado la violencia, el abuso y la impunidad. Nos indignamos con sus actos, pero no nos preguntamos qué falló en su formación, qué les enseñamos, que ejemplo les dimos.

Se necesita valentía para romper con la corrupción desde lo más pequeño hasta lo más grande. El destino de este país no lo decidirán los políticos, sino la sociedad. Sí se puede estamos a tiempo.

Escribir es una forma de reconocer el camino recorrido y de resguardar la memoria histórica en las manos del tiempo. Nobleza obliga. En otro contexto Papa Francisco critica políticas de deportación de Donald Trump. “Lo que se construye sobre la base de la fuerza, comienza mal y termina mal”.

En una carta dirigida a los obispos de Estados Unidos, el pontífice advirtió que las medidas de expulsar a las personas únicamente por su estatus migratorio “terminará mal”, ya que priva de su dignidad inherente a los migrantes.

En su mensaje, reconoció que los países deben protegerse, sin embargo, en ese proceso, no se debe dañar la dignidad de personas que huyen de situaciones de extrema pobreza, violencia, persecución o deterioro ambiental.

El Papa Reafirmó el derecho de los migrantes a buscar refugio y seguridad en otros países, citando relatos bíblicos de emigración, como la travesía del pueblo de Israel en el Éxodo y la experiencia de Jesucristo.

Además, en su misiva, insistió a los gobernantes ha realizar imposible dentro de sus capacidades para acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes, parcialmente aquellos que enfrentan condiciones de vida insostenibles en sus países de origen. Donald Trump no es un negociador tradicional. Su estilo no sigue las reglas diplomáticas ni los protocolos esperados. Es un empresario que trasladó su estrategia de negocios a la política, utilizando métodos de presión, amenazas y la buena dosis de imprevisibilidad que lo caracteriza. Trump sabe que una negociación no solo se libra en la mesa, sino también en la opinión pública. Otro pilar de su estrategia es hacer que la otra parte parezca la más necesitada del acuerdo. La clave es actuar con paciencia y estar dispuesto a retirarse de la negociación si es necesario. Trump ha adoptado la llamada “teoría del loco”, utilizada por Richard Nixon durante la Guerra Fría. El objetivo es sembrar el miedo y hacer que los adversarios prefieran ceder antes que arriesgarse a lo que pudiera hacer “el loco”. No es “Terminator” si no “Negotiator”, Diría el ingeniero Slim, Trump prefiere negociar de manera bilateral porque le da más control.

Pero cuando se encuentra con bloques unidos, pierde margen de maniobra. Trump valora las apariencias. Negociar con Trump no es fácil, pero tampoco es imposible obtener ventajas.

Está muy cantada la decisión de Trump de atacar a los cárteles mexicanos del narcotráfico, ya etiquetados como organizaciones terroristas para el gobierno y las agencias norteamericanas.

Y la razón es simple: enviar un mensaje de fuerza, de poderío, de capacidad logística, militar, de precisión y contundencia.

¿En qué situación queda el gobierno de Claudia Sheinbaum después de un operativo especial en contra de narcotraficantes mexicanos en territorio nacional? Ciertamente, una muy complicada.

¿Qué nos queda entonces? La negociación. El único instrumento que nos permite formar parte de la mesa de las decisiones, cooperar, dialogar, buscar acuerdos de participación o intervención conjunta. Ustedes ponen la inteligencia y la información satelital, mientras que las fuerzas mexicanas realizan el operativo, la planeación y la logística.

No creo que pueda haber otra alternativa. La Presidenta lo ha hecho bien. Ha existido en el trabajo conjunto, en la colaboración y el diálogo. Ha sido enfática al señalar la plena y total disposición. Esperemos que escuchen en el Pentágono y la Casa Blanca. No importa que en los hechos, lo sabemos bien los mexicanos, atacar al liderazgo de un cártel no lo elimina ni lo desaparece.

En otro orden de ideas talentoso y ameno, Juan Villoro” El disparo de argón” nos narra lo siguiente: “un invierno lejano, cuándo aún se podía ver los volcanes desde la Ciudad Universitaria, el doctor Antonio Suárez interrumpió su lección de oftalmología para contar una historia que no se olvida. Un hombre recorre el desierto y al cabo de días se encuentra un objeto brillante en la arena. Es un espejo. Lo recoge y, al verse reflejado, dice: “Perdone, no sabía que tenía dueño”.

Aquí el hombre quedó afectado para no poder distinguirse en un espejo y ni siquiera reconocer ese objeto reflejante, por pasar prolongado tiempo en la soledad de ese espacio agresivo.

Y, el poder es un lugar, más devastador que el desierto.

Quien concentra demasiado poder adviene a no reconocerse, por la pesadumbre aislada de su mando prolongado.