Recientemente terminé de leer un libro que me resultó sumamente interesante por los datos que arroja. Fue escrito por Viridiana Ríos y Raymundo Campos, se intitula Así no es, contiene encuestas de la empresa Enkoll, la cual es muy bien dirigida por Heidi Osuna. La obra inicia con una premisa: es un libro de cosas que demasiados mexicanos creen, pero que son falsas. Es por ello que quise traer algunos de esos datos para poder compartirlos con todas y todos ustedes e invitarlos a que lo consulten en su totalidad.
Uno de los capítulos que más me llamaron la atención fue el basado en la idea de que el gobierno mexicano gasta de más. Generalmente las y los mexicanos creemos eso, puntualmente, el 63% así lo opina. Con información del Banco Mundial explican que no sólo no gasta mucho, sino que gasta muy poco con relación a otros gobiernos del mundo; por ejemplo, menos que Nicaragua, Colombia y hasta las Bahamas. El gasto público que tenemos en puntos del PIB es de 21, mientras que en la Unión Europea es de 41.1, en el mundo, como promedio, es de 32… pero en América Latina es de 27.5. Estamos 6.5 por abajo del promedio de nuestros vecinos hispanoparlantes.
Otra idea que también me sorprendió fue la errónea que considera que la burocracia es enorme en México. Mediante los datos aportados por un profesor de El Colegio de México, investigador y experto en la materia, Fernando Nieto, se ha demostrado que, del total de puestos laborales que existen en nuestro país, sólo el 14% pertenece al sector público. Para tomar una referencia, en países como Noruega o Suecia este sector significa más de un 28 por ciento. Más aún, nos explican los autores, nuestro país tiene menos burócratas que el 65% de los países en el mundo. Otro factor relacionado a este tema es el gasto entonces que implica el pago de salarios a este grupo de burócratas. En el mundo, el gasto público por esta sección asciende al 19%, mientras que en México representa la mitad de eso; es menor el gasto que el 86% del resto de los países en el mundo.
Por la limitación natural de espacio en esta columna me referiré únicamente a un capítulo más, el del concepto también equivocado de que el “subir el salario mínimo no sirve de nada”. Esta idea va estrechamente relacionada a que, según el 64% de la totalidad de las y los encuestados, no sirve de nada subir salarios, ya que los precios suben igual o más. Datos duros de acuerdo con el Banco de México y el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi): con base en el Índice Nacional de Precios al Consumidor es contundente, de 2018 a 2024 los precios aumentaron 30%, mientras que el salario mínimo aumentó 182 por ciento. Por lo que nuevamente nos encontramos ante datos precisos que demuestran que la mayoría estábamos equivocados. De hecho, los autores relatan que, en el pasado, el Banco de México llegó a expresar que “cualquier aumento en el salario mínimo se traduciría en un aumento en los precios 1.37 veces mayor”.
Asimismo, señalan que anteriormente el salario mínimo mexicano era una “verdadera vergüenza internacional”, el menor de todos los países pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Bastaba con comparar que el de Brasil era 2.4 veces mayor que el nuestro y el de Colombia casi cuatro veces más.
Lastimosamente, en 2012, el 41% de los trabajadores no podía alimentar a su familia con lo que tenía de ingreso, no era suficiente para comprar la canasta básica ni siquiera. El salario mínimo en ese momento era el equivalente actual a ganar 150 pesos al día (Datos obtenidos por los autores igualmente de Banco de México y del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social [Coneval).
Respecto a este rubro, Ríos y Campos concluyen que investigaciones nacionales e internacionales señalan que los aumentos en precios que han ocurrido en los últimos años no están relacionados con los incrementos salariales, sino porque “los empresarios se han aferrado a mantener sus ganancias altas”. Información también obtenida por ellos de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami).
No podemos cerrar los ojos a la realidad y menos dejar de aceptar que todos formamos parte de un mismo sistema, finalmente, un Área común