Piedra Imán
Manuel Zepeda Ramos
Lo que le faltó
Noventas. La agonía del milenio. El magnicidio se enseñoreó en nuestra tierra en el último cachito secular después de casi 90 años, cuando Madero y Pino Suárez.
Fue una década difícil.
En Chiapas, la experiencia del levantamiento armado zapatista, tardío, fue enriquecedora. Observar a periodistas llegados del mundo para presenciar la “primera guerra burocrática de la humanidad”; así, sin una palabra demás, así dicha ante el mundo como reclamo al Gobierno federal que les impedía salir a verla. De acompañamiento, los libros exprés que surgían de la observancia de estos “protestantes” quienes, en tan sólo un mes de iniciado el conflicto armado, publicaban sesudos análisis en libros que se editaban como fábrica de baguettes acerca del zapatismo, el subcomandante y la repercusión ante el mundo. Los chiapanecólogos en su más pura expresión -así calificados por un sereno observador-, en sus ratos de ocio que eran todos vivían tirados pecho tierra en la alfombra de su hotel, imaginando una guerra que poco tuvo de eso y sí, mucho, de manipuleo en la búsqueda del poder.
Fin de un milenio atropellado.
Recuerdo lo que sucedía en el norte del país en aquella época en que se anunciaba un nuevo milenio esperanzador. El bullying empezaba a darle nombre a la agresión colectiva escolar.
En las paredes de Hermosillo, como carteleras de propaganda política en el clímax del momento electoral, se podía leer de manera masiva y constante:
“Haga Patria. Mate un chilango”.
Y sucedió. Un adolecente de la ciudad capital de la república llegado con su familia porque el papá tuvo un encargo profesional en aquel estado fronterizo, recibió todo el mensaje mediático de carteleras improvisadas pero masivas, diseminadas en todo Hermosillo.
Hicieron Patria y el adolecente chilango pasó a mejor vida.
Fue de escándalo, pero no lo suficiente para tomar cartas fuertes en el asunto.
Es el primer bullying, ya con ese nombre, que recuerdo.
Antier, la prensa nacional da cuenta de la suerte de un estudiante de Amozoc, puebla, que estudiaba el primer año de secundaria.
Estudiantes de otros grados, a la salida de la escuela, en un solar abandonado de la población, le aplicaron el bullyng al joven estudiante.
Le propinaron una gran golpiza que le produjeron serias lesiones, irreversibles.
Fue intervenido quirúrgicamente en nueve ocasiones, para intentarle restaurar lesiones cerebrales. Durante 16 meses, la vida tranquila de un joven estudiante poblano, dejó de serlo. En esas intervenciones perdió la movilidad de la mitad de su cuerpo. Dejó de hablar. Luego de ver. Muerte cerebral en el 60% de su masa encefálica. El lunes pasado falleció. Su madre, con el dolor eterno, clama justicia para su hijo, porque no ha pasado nada en cuanto a deslindes de los culpables. Pidió apoyo para el sepelio.
Pero no para allí el asunto del bullying.
Reportan en Saltillo que maestros y alumnos, hágame usted favor, se lo hacen a un joven autista por el simple hecho de ser diferente a los demás. En Nuevo Laredo pierde un ojo otro alumno de secundaria por lo mismo. Las universidades no son ajenas a este fenómeno.
¿Qué está pasando?
¿Dónde están las autoridades y dónde la justicia para los perjudicados?
Ahora que la Reforma educativa pudiera entrar en crisis porque Oaxaca tuvo arreglos unipersonales que hace que agrupaciones nacionales salten asombradas porque en los hechos la Reforma educativa sufre modificaciones de conveniencia en el estado en donde don Benito Juárez vio la luz primera, ante el azoro y preocupación de otras secciones sindicales, me recuerda que el bullying, si no se ha tomado en cuenta en la reforma -lo desconozco-, bien pudiera ser objeto de revisión amplia, con las implicaciones legales y de responsabilidad penal que eso implica. José Ángel Gurría, en una espléndida entrevista que concediera a la televisión mexicana hace unas semanas y en donde habla maravillas de las Reformas Estructurales, aconseja observarlas detenidamente para que, en caso necesario, se sometan a revisión para su mejor funcionamiento, dado el estado cambiante de las cosas en un mundo globalizado que sugiere revisión constante.
El bullying, pareciera que llegó para quedarse. No lo permitamos. Es responsabilidad de todos.
De la familia, que es la célula principal en la formación de cada niño o adolecente. De los maestros, que deben llevar la educación del futuro nacional a buen puerto. Del Estado, que no debe permitir el deterioro de la relación humana, al extremo de pretender destruirse a manos de una inconciencia que pareciera ser inducida por el abuso de los programas dañinos y violentos de los medios de comunicación, los juegos bélicos, los deportes extremos violentos. Todo suma para mal, fabricando un coctel a todas luces poderoso, capaz de destruir vidas de manera impredecible.
Lo que le faltó a la Reforma educativa, el arbitraje del bullyIng, es tiempo aún de considerarlo.
La violencia debe de salir ya de la Educación. Después será tarde…
En esto, todos estamos comprometidos.