“Una persona es enorme para uno, cuando habla de frente y vive de acuerdo a lo que habla, cuando trata con cariño y respeto, cuando mira a los ojos y sonríe inocente. Es pequeña cuando solo piensa en sí misma, y le hace creer a los otros que piensa en ellos, cuando se comporta de una manera poco gentil, cuando no apoya, cuando abandona a alguien justamente en el momento en que tendría que demostrar lo que es más importante entre dos personas: la Amistad, el compañerismo, el cariño, el respeto, el celo y asimismo el amor.
Una persona es gigante cuando se interesa por tu vida, cuando busca alternativas para tu crecimiento, cuando sueña junto contigo, cuando trata de entenderte aunque no piensen igual. Una persona es grande cuando perdona, cuando comprende, cuando se coloca en el lugar del otro, cuando obra no de acuerdo con lo que esperan de ella, pero de acuerdo con lo que espera de sí misma. Una persona es pequeña cuando se deja regir por comportamientos clichés. Cuando quiere quedar bien con todos, cuando maneja a la gente como un titiritero y lamentablemente siempre hay gente que no tiene convicciones y se deja manejar. Una misma persona puede aparentar grandeza o pequeñez dentro de una relación, puede crecer o disminuir, en un corto espacio de tiempo. Una decepción puede disminuir el tamaño de un amor que parecía ser grande. Una ausencia puede aumentar el tamaño de un amor que parecía ser ínfimo. Una decepción puede terminar con el respeto por alguien, de muchos. Una acción correcta puede enaltecer a otros. Es difícil convivir con esta elasticidad: las personas se agigantan y se encogen a nuestros ojos. Ya que nosotros no juzgamos a través de centímetros y metros, sino de acciones y reacciones, de verdades o falsedades, de expectativas y frustraciones. Una persona es única al extender la mano, y al recogerla inesperadamente, se torna otra. El egoísmo unifica a los insignificantes, a los perdedores, a los falsamente llamados diplomáticos. No es la altura, ni el peso, ni la belleza, ni un título o mucho dinero lo que convierte a una persona en grande. Es su honestidad, su decencia, su amabilidad y respeto por los sentimientos e intereses de los demás. Por su sensibilidad sin tamaño”.
En verdad sublime reflexión atribuida al gran dramaturgo, actor y poeta inglés del siglo XVI, William Shakespeare, considerado el escritor más grande e importante de todos los tiempos. Un pensamiento que trasciende fronteras y que nos hace pensar realmente en quiénes somos, qué hacemos y cómo lo hacemos, en materia de nuestro comportamiento en las relaciones interpersonales que rodean nuestro círculo de amistades, conocidos y familiares. Qué buscamos o pretendemos de los demás. ¿Aportamos más de lo que recibimos o todo lo contrario? Sinceramente jamás acabaríamos de aportar, dar, devolver, más gracia de la que de los demás hemos recibido. La vida misma no es suficiente para terminar de regresarla. Es por ello que me invito a la vez que los invito a tratar de ser siempre sincero, honesto, decente, recatado, prudente, decoroso, justo, razonable, pudoroso y agradecido con los demás y no porque con ello de antemano sabemos obtendremos más de quienes nos rodean, sino por mera convicción. Con actitud de vivir y disfrutar la vida intensamente, después de todo, es muy corta como para vivirla peleando, discutiendo, abuzando, dañando o imponiendo nuestra manera de ser y pensar a nuestros semejantes. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. ¡Qué tenga un buen día!
Luis Humberto.