26 de Noviembre de 2024
 

Qué buenas son las tormentas

“Cuentan que un día un campesino le pidió a Dios le permitiera mandar sobre la Naturaleza para que, según él, le rindieran mejor sus cosechas. ¡Y Dios se lo concedió! Entonces cuando el campesino quería lluvia ligera, así sucedía; cuando pedía sol, éste brillaba en su esplendor; si necesitaba más agua, llovía más regularmente. Todo lo que le pedía en este rubro se lo concedía. Pero cuando llegó el tiempo de la cosecha, su sorpresa y estupor fueron grandes porque resultó un total fracaso. Desconcertado y medio molesto le preguntó a Dios por qué salió así la cosa, si él había puesto los climas que creyó convenientes. Pero Dios le contestó, –Tú pediste lo que quisiste, más no lo que de verdad convenía. Nunca pediste tormentas, y éstas son muy necesarias para limpiar la siembra, ahuyentar aves y animales que la consuman, y purificarla de plagas que la destruyan”.

            Así nos pasa también a nosotros con mucha frecuencia, queremos que nuestra vida sea puro amor y dulzura, nada de problemas. El optimista no es aquel que no ve las dificultades, sino aquel que no se asusta ante ellas, no se echa para atrás. Por eso podemos afirmar que las dificultades son ventajas, las dificultades maduran a las personas, las hacen crecer. Por eso hace falta una verdadera tormenta en la vida de una persona, para hacerla comprender cuánto se ha preocupado por tonterías, por chubascos pasajeros. Lo importante no es huir de las tormentas, sino tener fe y confianza en afrontarlas y que pronto pasarán y nos dejarán algo bueno en nuestras vidas. La tormenta en esta reflexión de autor desconocido, representa los obstáculos necesarios que continuamente se presentan en la vida de todos. Desde que nacemos estamos dando la batalla encarando los inconvenientes, las caídas, las derrotas, los desplomes, que nos aportan experiencias, enseñanzas, conocimientos, para limpiar la siembra, allanando el camino para que sea venturoso y amable en nuestra vida. Todo lo que aquí sembramos, aquí lo cosechamos, y si sembramos siempre cosas buenas para nosotros y los demás, buenos frutos levantaremos, mejor será la cosecha, que representa nuestro andar por la vida. Nadie que no se haya tropezado alguna vez en la vida, ha logrado un éxito rotundo, nadie que no se haya esforzado lo suficiente, ha alzado buenos resultados en sus proyectos. Los golpes que da la vida además de ser necesarios, forjan en nuestro temple la enérgica fortaleza y serena valentía para afrontar con determinación las dificultades y los riesgos que debemos encarar a cada momento en el sinuoso camino que es la vida, con moderación, sobriedad y continencia pasional más que racional. La experiencia trasmitida a través de nuestros padres, maestros y amigos mayores son de mucha ayuda. Hagámosles caso, confiando y no desairándolas como a menudo lo hacemos. Cuando mi madre me preguntaba ¿quieres que te eduquen en la calle o te educo yo?, prefería que lo hiciera ella y me alineaba por la derecha después de comportarme intransigente con sus preceptos y valores que me heredó y mucho me han servido.

            La tormenta es necesaria en nuestro camino por la vida eternamente plagado de vicisitudes, aunque en su momento nos traiga pesares y desalientos, provocando inflexiones de torcimiento de boca que demuestran enojo o molestia. Y ya pasado el tiempo produzcan una satisfacción y sonrisa nuestra ante el venturoso recuerdo del cómo se salió de ella. Siempre pasa. Tenga fe y confianza y verá que no le miento. Piénselo un poco. Que tenga un buen día.

 

Luis Humberto.



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