25 de Noviembre de 2024
 

POLIANTEA

La gran rifa

Rubén Pabello Rojas

Veracruz discurre por una etapa de su vida compleja y cargada de signos más que preocupantes. Que se tenga memoria nunca ha estado la entidad, salvo en momentos de convulsión provocada por movimientos sociales armados, guerras intestinas o contra potencias extranjeras en los siglos XIX y XX, donde se vio envuelto su territorio y población. En los últimos 86 años los veracruzanos no han tenido que lamentar situaciones extraordinarias contra la paz pública.

Sin embargo, actualmente las condiciones del Estado son preocupación de sus habitantes por condiciones que afectan su vida, a veces en lo individual y otras en lo colectivo. La economía en términos generales es insatisfactoria; factores acumulados ya por más de una década de una evidente mala administración, lastiman el sustento diario de su comunidad al descender su nivel de ingresos y debilitarse las instituciones que protegen su salud, empleo, seguridad social y pensiones, por enumerar las más apremiantes.

Capítulo muy sensible es la inseguridad que en últimas fechas ha sido grave preocupación por los acontecimientos de sangre y contra la integridad de las personas, que ha aumentado significativa y dolorosamente, y que han terminado en tragedias o en temor social de que en cualquier momento, cualquier familia o persona puede ser víctima de un hecho delictuoso. Robos, secuestros, decapitados, embolsados, que son delitos de alto impacto, han proliferado aunque las autoridades a cargo traten de combatirlo.

Hay inconformidad social. En este marco indeseable se desarrolla el cambio de gobierno estatal. Se renuevan los poderes Ejecutivo y Legislativo. No puede decirse que en las mejores condiciones; los electores, la ciudadanía esta predispuesta con la forma en cómo en los últimos tiempos se han dado los resultados.

En medio de este panorama se desarrollarán los procesos marcados por la ley electoral para elegir gobernados y diputados. Ya se van dando a conocer los nombres de quienes pretenden participar en esa rifa que festiva y zumbonamente, el vulgo conoce como “sacarse la rifa del Tigre”; tigre que por lo demás viene superalimentado de ira social. Quien quiera que sea el próximo gobernador de Veracruz, el que sea, deberá tener súper poderes para, por lo menos paliar, el mal efecto de administraciones que se repite, no lograron ni el bienestar común ni la paz pública, inherentes a su deber. La historia los juzgará.

Por estos días se empieza a despejar la nómina de veracruzanos que habrán de presentarse ante la ciudadanía para contender el 5 de junio próximo por la gubernatura, por el PRI apunta Héctor Yunes Landa, después de un innecesario debate interno, verdadera lucha poco inteligente, debilitadora de ánimos y corrientes internas, fuegos fatuos que al final son consecuencias negativas contra quienes se empeñaron en jugar contras, por mal cálculo, necedad o mala fe, que como boomerang se revertirá.

Por la alianza PAN-PRD, con claro dominio del primero, se perfila Miguel Ángel Yunes, muy cuestionado, quien hará de la crítica despiadada, con el lenguaje de fuego que lo identifica, su discurso producto de sus anteriores intentos frustrados y de su odio contra el fidelismo, conocido por todo el mundo.

Por el MC, se registrará en estos días Armando Méndez de la Luz, político de buen récord, inicialmente priista, exalcalde xalapeño, y después senador suplente y en ejercicio por licencia del propietario. Gente de bien. Poco conocido en el Estado.

Por Morena se habla del diputado Cuitláhuac García, aún menos conocido y electo como reacción en uso del voto de castigo en el distrito de Xalapa urbano, como consecuencia de un mal gobierno municipal. En este caso se ve la pobreza de militantes de ese partido que aprovecha el voto de castigo para obtener posiciones políticas, sin estructura ni trabajo político previo.

Este es el horizonte de cómo se ve el escenario en que se efectuarán las elecciones. No se esperan unas campañas fáciles, por el contrario estarán alimentadas de incidentes múltiples y el ganador, después tendrá que litigar en instancias electorales y en los tribunales, la validación del triunfo, lo que será peleado y tortuoso. Lo mismo sucederá con los distritos, donde los candidatos tendrán que defender, palmo a palmo, sus votos y sus triunfos, ya que de la composición mayoritaria de un partido en el Congreso, dependerá el apoyo o rechazo a la política del gobernador.



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