“Había una chica que se odiaba por ser ciega. Odiaba a todos, excepto a su novio amoroso. Él siempre estaba allí para ella. Un día ella le dijo a su novio: –Si pudiera ver el mundo aunque solo fuera un día, me casaría contigo. Un día, alguien donó un par de ojos para ella. Cuando por fin retiraron el vendaje de sus ojos, fue capaz de verlo todo, incluyendo a su novio.
Él le preguntó: – ¿Ahora que ya puedes ver el mundo, quieres casarte conmigo? La niña miró a su novio y vio que era ciego. La apariencia de sus párpados cerrados la impresionó. Ella no se lo esperaba. La idea de mirarlo el resto de su vida así la llevó a negarse a casarse con él. Su novio la dejó con lágrimas y días más tarde le escribió una nota diciendo: –Cuida bien de tus ojos, mi amor, porque antes de ser tuyos, fueron míos”.
Así es como nuestro cerebro trabaja a menudo cuando nuestro status cambia. Solo unos pocos recuerdan cómo era su vida antes de crecer, de cambiar, y a quienes siempre estuvieron a su lado en las situaciones más dolorosas. La vida es un regalo. Por eso hoy antes de decir una palabra no amable, piense en alguien que no puede hablar. Antes de que se queje sobre el sabor de la comida, piense en alguien que no tiene nada que comer. Hoy antes de quejarte de la vida, piense en alguien que se fue demasiado pronto al cielo. Antes de que se queje de sus hijos, piense en alguien que desea tener hijos, pero no puede. Antes de discutir sobre su casa sucia a alguien por no limpiarla, piense en las personas que viven en las calles. Antes de quejarte por las distancias que maneja, piense en alguien que camina la misma distancia con los pies. Y cuando esté cansado y se queje de su trabajo, piense en los desempleados, los discapacitados y los que desearían tener tu trabajo. Pero antes de pensar en señalar con el dedo o condenar, recuerde que ninguno de nosotros está libre de cometer errores. Cuando los pensamientos deprimentes quieran derribarle, ponga una sonrisa en la cara porque está vivo.
La vida siempre nos regala bellos momentos, vivimos en paz serena la mayor parte de nuestra existencia porque así lo procuramos; no toda es sufrimiento, amargura y dolor. Sin embargo, cuando la angustia y el desconsuelo arriban a nuestra vida generalmente son momentos de no saber qué hacer, son momentos verdaderamente difíciles y de nuestra entereza y templanza depende salir de los vacíos en que caigamos. No se pase la vida quejándose y lamentándose de sus desgracias. No se pase la vida jodiendo a los demás por innumerables razones que reflejan orgullo y envidia. Crezca, produzca, levántese, valórese, sirva a los demás sin dañar a nadie. Sea sincero y humilde, amigo, verdaderamente amigo, sin caretas de hipocresía. No sea falso en el amor. Ver las necesidades ajenas ayuda a valorar lo que tenemos, lo que disfrutamos. No caiga en ese error. Es cierto que las necesidades actuales por satisfacer son muchas, dada la vigente carestía de la vida, pero no lo haga a costa de los demás, a expensas de nadie. Calidad moral de vida ante todo y verá que tengo razón. ¿No lo cree usted así amigo? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.
Luis Humberto.