Seguiré adelante
“Voy a seguir creyendo, aun cuando la gente lamentablemente pierda la esperanza. Voy a seguir dando mucho amor, aunque otras personas siembren odio. Voy a seguir construyendo alrededor mío, aun cuando otros destruyan. Voy a seguir hablando de paz, aun en medio de una terrible guerra. Voy a seguir iluminando el camino, aun en medio de la oscuridad total.
Y, seguiré sembrando, aunque otras personas pisen la cosecha. Y, seguiré gritando al viento y al mundo, aun cuando otros callen. Y, dibujaré muchas sonrisas, en algunos rostros con lágrimas. Y, transmitiré alivio, cuando vea que las personas tienen dolor. Y, regalaré motivos de alegría, donde vea y haya tristezas. Invitaré a caminar a cualquiera que decidió por su cuenta quedarse en un sitio, y levantaré los brazos a los que se han rendido, y no tienen ninguna esperanza. Porque en medio de la desolación y la amargura siempre habrá un niño vigilante que nos mirará esperanzado, y a la vez tratando de esperar algo de nosotros, y aun en medio de una gran tormenta. Por algún lado saldrá brillante el sol matutino, y en medio del desierto árido crecerá una planta, llena de flores y de frutos. Siempre habrá un pájaro cantando alegremente alrededor nuestro, habrá también un niño que nos sonreirá alegremente y una mariposa que nos brinda su belleza silvestre. Pero, si algún día ves que no sigo al lado tuyo, ya no sonrío o callo, solo acércate, abrázame y dame un beso, un abrazo o simplemente regálame una sonrisa. Son esas cosas simples las que nunca se olvidan. Con eso será suficiente por ahora, seguramente ya habrá pasado la tormenta que la vida me abofeteó horriblemente, y me sorprendió in fraganti por un segundo”.
Y es que solo de esa manera es como debemos caminar por la vida. Alegres y animados, contentos, aunque por dentro alguna vez no lo estemos. Mi madre siempre contestaba a sus amistades las siguientes palabras, cuando en tono exaltado le decían –“¡Qué bien te ves María Luisa!”: –“Si, estoy como una manzana, colorada y fresca, pero agusanada por dentro”. La vez que yo le pregunté –“y por qué les contestas siempre así”, ella me respondió que: –“no tenía por qué preocupar a sus amistades con los problemas de sus enfermedades”. Tal vez tenía mucha razón. La reflexión anónima que anteriormente les compartí nos instruye al respecto, debemos enarbolar siempre una actitud positiva en nuestro andar por la vida; pero no nada más por apariencia, no nada más como una máscara, careta indudable de hipocresía, sino con plena convicción. Mucha gente hace exactamente todo lo contrario, se pasa la vida lamentándose de sus penas, de sus problemas, sus aflicciones, tal vez solo para llamar la atención. Respeto mucho su manera de pensar y actuar pero considero que es una actitud que les producirá puntualmente las consecuencias inversas a lo que buscan. La gente de actitud positiva alienta a estas personas una vez, dos veces tal vez, pero si persisten en su forma de ser y de actuar, se alejan. No aleje a sus familiares, a sus amigos, quienes le rodean. Las personas que se alejan de usted dejándole un signo de interrogación alarmante en su cabeza, tal vez sea por eso, tal vez no. Quizá usted tenga la respuesta en sus manos. Haga lo conveniente, sanee su conducta y aplíquese en ser amigable, alegre y sobre todo, respetuoso. Sea positivo. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.
Luis Humberto.