Amor de madre
“De niños creemos que mamá todo lo puede, que no siente cansancio, que no sufre. Esa imagen que guardamos de ella con el tiempo no coincide con la que vemos cuando pasan los años. Entonces descubrimos que mamá también sufre, se cansa, está triste, no tiene fuerza, calla ocultando el dolor.
La vemos como un héroe sobrevivir a grandes tragedias, llevarnos de la mano conteniéndonos y mostrándonos la vida siempre del lado más bello. De niños no entendemos sus lágrimas, de adultos nos preocupan o no las comprendemos.
Así como nosotros necesitamos tantas veces de la protección de esos brazos fuertes, de la comprensión de nuestros gestos o de nuestros silencios, de nuestro dolor, ella también nos necesita.
Por eso debemos detenernos y observarla, abrazarla y hacer que sienta que estamos allí, que nos importa, que es valiosa y de esta forma regresaremos a ella el más hermoso sentimiento que nos enseñó, el sentimiento que lleva paz y tranquilidad en los momentos difíciles de la vida, el que nos contiene, el que minimiza el dolor, el que nos hace luchar por nuestros sueños e ideales, pero por sobre todo nos enseña a dar sin pedir nada a cambio. El Amor”.
Reflexión anónima que nos evoca la bella imagen de aquel ser que todos llevamos grabada con tinta sangre en el corazón; mujer admirable, luchadora incansable, protectora amorosa, defensora aguerrida, quien nos acunó en sus tiernos brazos, cobijándonos cariñosamente para darnos cariño, amor, respeto y calor.
Quienes gozan de la dicha de tenerla a su lado deben aquilatar con el alma su amor infinito. No la olvide nunca, no la abandone jamás, atiéndala con el mismo amor y respeto que ella le dio cuando vuelva a ser niña otra vez, cuando llegue a la edad de los pasos cansados y la lentitud en sus acciones se vuelva permanente, no desespere, desprenda el amor que tenga reservado y ofrézcaselo con gratitud.
No se pierda la maravillosa oportunidad de devolverle todo el inmenso reconocimiento que le debe con devota obligación de darle amor verdadero. A veces nos dejamos llevar por el ritmo que nos acompase la vida sin mirar siquiera sus necesidades primarias. No sea jamás egoísta ni ingrato con su madre, atesórela y valore el sentimiento de amor que derrama a cambio de nada por usted.
La publicidad que enloquece y satura al estar en todos lados, se encarga puntualmente de recordarnos cada año el día de las madres en el mes de mayo al igual que otras fechas destacadas del mismo, con la mera intención de incitar el consumo de innumerables productos y servicios dirigidos a esas venerables mujeres que nos brindaron la estupenda ocasión de estar aquí en esta tierra bendita; sin embargo, no resultan tan necesarios ni suficientes para brindarles nuestra grata compañía en unión fraternal y la certeza de que siempre que el Creador lo permita contarán con nosotros.
Devolverles hasta el último día de sus vidas, todo el amor, respeto y cariño que nos brindaron desde niños, es el mejor regalo que pueden darles en vida. Quienes no la tenemos, nos conformaremos con evocar su memoria con respeto, afecto, amor y cariño hasta el último momento de nuestras vidas. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.
Luis Humberto.