25 de Noviembre de 2024
 

Panoramas de Reflexión

La mariposa azul

 

“Había una vez un viudo que vivía con sus dos hijas hermosas pero curiosas e inteligentes. Las niñas siempre hacían muchas preguntas. A algunas de ellas, él sabía responder, pero a otras no. Como pretendía ofrecerles la mejor educación, mandó a las niñas de vacaciones con un sabio que vivía en lo alto de una colina para que las orientara e ilustrara en sus dudas.

            El sabio siempre respondía a todas las preguntas sin ni siquiera dudar. Impacientes con el sabio, las niñas decidieron inventar una pregunta que, según ellas, él no sabría responder. Entonces, se prepararon y se pusieron de acuerdo en sus intenciones y una de ellas apareció con una linda mariposa azul que usaría para engañar al sabio. – ¿Qué vas a hacer? Preguntó la hermana. –Voy a esconder la mariposa en mis manos y preguntarle al sabio si está viva o muerta. Si el dijese que está muerta, abriré mis manos y la dejaré volar. Si dice que está viva, la apretaré y la aplastaré. Y así, cualquiera que sea su respuesta, será una respuesta equivocada. Las dos niñas fueron entonces al encuentro del sabio, que estaba meditando. –Tengo aquí una mariposa azul. Dígame, sabio, ¿está viva o muerta? Muy calmadamente el sabio sonrió y respondió. –Depende de ti, ella está en tus manos”.

            La enseñanza que nos deja la historia anónima anterior es que así es también el desempeño de nuestra vida, nuestro presente y nuestro futuro. No debemos culpar a nadie cuando algo falle. Somos nosotros los únicos verdaderos responsables de todo aquello que conquistamos, o no conquistamos, de lo que ganamos o perdemos, de lo que valoramos o despreciamos. Nuestra vida está siempre en nuestras manos, como la mariposa azul, nos toca a nosotros escoger qué hacer con ella, cómo vivirla. Gracias a esta hermosa historia es que recordamos estas virtudes tan apremiantes y necesarias en nosotros hoy en día, en que cada vez más faltos de valores éticos, morales y espirituales estamos en nuestras vidas. No somos capaces de reconocer nuestros propios errores pero si señalar los errores de los demás. Nuestros triunfos resaltamos inmediatamente y en ocasiones tratamos de opacar o callar los de los demás, al igual que ocultamos nuestros defectos y burradas. “Ganamos como nunca” o “Perdieron como siempre”, acostumbramos a decir según gane o pierda la selección mexicana de fútbol. Un buen amigo mío nos decía “estamos jodidos todos ustedes”, cuando se refería a situaciones difíciles de nuestro proceder, ante decisiones importantes que como miembros de un grupo debíamos tomar. El caso es que no deberíamos juzgar nunca las acciones de los demás; sin embargo, lo hacemos con mucha frecuencia. La vida está llena de contrastes y vicisitudes que debemos sortear con inteligencia y virtud para hacer bien las cosas; muchas veces nos ha tocado ganar y otras tantas perder, y ambas debemos aquilatar con responsabilidad. Vivamos sin que nuestra inquietud e inconsciencia desate curiosidades que afecten a nadie. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.

 

Luis Humberto.



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