Dios hubiera dicho
Baruch Spinoza, nacido en Ámsterdam, Holanda en 1632, de padres judíos. Muere platicando con sus amigos en 1677. Es considerado uno de los grandes filósofos racionalistas del siglo XVII y considerado como el exponente moderno más completo del panteísmo, y de su prolífica bibliografía se recogen algunas reflexiones como la que se transcribe al pie, misma que en su tiempo y ordenada por los eternos amos de “la verdad revelada” y del “negocio de las religiones”, le valieron vivir segregado por el resto de sus días. (“Verás cosas, Sancho, que no creerás”. Miguel De Cervantes Saavedra). Aquí la tiene pues: “Dios hubiera dicho”.
“¡Deja ya de estar rezando y dándote golpes en el pecho! Lo que quiero que hagas es que salgas al mundo a disfrutar de tu vida. Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y que disfrutes de todo lo que he hecho para ti. ¡Deja ya de ir a esos templos lúgubres, oscuros y fríos que tú mismo construiste y que dices que son mi casa! Mi casa está en las montañas, en los bosques, en los ríos, en los lagos, en las playas. Ahí es donde vivo y ahí expreso mi amor por ti. Deja ya de culparme de tu vida miserable; yo nunca te dije que había nada mal en ti o que eras un pecador, o que tu sexualidad fuera algo malo. El sexo es un regalo que te he dado y con el que puedes expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que no me culpes a mí por todo lo que te han hecho creer. Deja ya de estar leyendo supuestas escrituras sagradas que nada tienen que ver conmigo. Si no puedes leerme en un amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de tus hijos, ¡no me encontrarás en ningún libro! Confía en mí y deja de pedirme. ¿Me vas a decir a mí cómo hacer mi trabajo? Deja de tenerme tanto miedo. Yo no te juzgo, ni te critico, ni me enojo, ni me molesto, ni castigo. Yo soy puro amor. Deja de pedirme perdón, no hay nada que perdonar. Si yo te hice... yo te llené de pasiones, de limitaciones, de placeres, de sentimientos, de necesidades, de incoherencias... de libre albedrío ¿Cómo puedo culparte si respondes a algo que yo puse en ti? ¿Cómo puedo castigarte por ser como eres, si yo soy el que te hice? ¿Crees que podría yo crear un lugar para quemar a todos mis hijos que se porten mal, por el resto de la eternidad? ¿Qué clase de dios loco puede hacer eso? Olvídate de cualquier tipo de mandamientos, de cualquier tipo de leyes; ésas son artimañas para manipularte, para controlarte, que sólo crean culpa en ti. Respeta a tus semejantes y no hagas lo que no quieras para ti. Lo único que te pido es que pongas atención en tu vida, que tu estado de alerta sea tu guía. Amado mío, esta vida no es una prueba, ni un escalón, ni un paso en el camino, ni un ensayo, ni un preludio hacia el paraíso. Esta vida es lo único que hay aquí y ahora y es lo único que necesitas. Te he hecho absolutamente libre, no hay premios ni castigos, no hay pecados ni virtudes, nadie lleva un marcador, nadie lleva un registro. Eres absolutamente libre para crear en tu vida un cielo o un infierno. ¿Te puedo dar un consejo? Vive como si no hubiera nada más después de esta vida. Como si ésta fuera tu única oportunidad de disfrutar, de amar, de existir. Así, si no hay nada, pues habrás disfrutado de la oportunidad que te di. Y si lo hay, ten por seguro que no te voy a preguntar si te portaste bien o mal, te voy a preguntar ¿te gustó?, ¿te divertiste?, ¿qué fue lo que más disfrutaste?, ¿qué aprendiste? Deja de creer en mí; creer es suponer, adivinar, imaginar. Yo no quiero que creas en mí, quiero que me sientas en ti. Quiero que me sientas en ti cuando besas a tu amada, cuando arropas a tus hijos, cuando acaricias a tu perro, cuando te bañas en el mar. Deja de alabarme, ¿Qué clase de Dios ególatra crees que soy? Me aburre que me alaben, me harta que me agradezcan. ¿Te sientes agradecido? Demuéstralo cuidando de ti, de tu salud, de tus relaciones, del mundo. ¿Te sientes mirado, sobrecogido? ¡Expresa tu alegría! Ésa es la forma de alabarme. Deja de complicarte las cosas y de repetir como perico lo que te han enseñado acerca de mí. Lo único seguro es que estás aquí, que estás vivo, que este mundo está lleno de maravillas. ¿Para qué necesitas más milagros? ¿Para qué tantas explicaciones? No me busques afuera, no me encontrarás. Búscame adentro... ahí estoy, latiendo en ti”. Baruch de Espinoza. Filósofo racionalista del siglo XVII.
Sublime reflexión que encierra en ella grandes verdades que permanecen vigentes en la actualidad. Un concepto panteísta de Dios que postula Baruch como el primer principio que no necesita demostración, aplicando un método deductivo concluye que de Él, emana todo lo existente. Él es sustancia, lo demás sólo son emanaciones concretas y modos por los que los atributos de Dios se expresan. Para Baruch, Dios es Sustancia infinita, es todo el universo. Aplicando la razón, no los sentidos, de Dios se derivan las cualidades del mundo y del hombre. Dios es espiritual y material, la naturaleza es Dios, es un todo, una sola sustancia. El racionalismo es una teoría epistemológica; es decir, una teoría basada en los fundamentos y métodos del conocimiento científico, que, frente al empirismo, considera la razón como fuente principal y única base de valor del conocimiento en general. El racionalismo es una corriente filosófica desarrollada en Europa durante los siglos XVII y XVIII, formulada por René Descartes, que se complementa con el criticismo de Emmanuel Kant, y que es el sistema de pensamiento que acentúa el papel de la razón en la adquisición del conocimiento, en contraste con el empirismo, que resalta el papel de la experiencia, sobre todo el sentido de la percepción. Todo un mundo de conocimientos que requiere más espacio para desarrollarlo en su totalidad, pero le invito a que analice, a que revise detenidamente la reflexión y considere ante todo la espiritualidad, la compasión, la misericordia y caridad para con los demás y para con quien más lo necesite, y que debe emanar de nosotros. Dios debe sentirse, vive en nosotros, está en nosotros mismos. De nada nos sirve darnos golpes de pecho y asistir al templo los domingos, corriendo apresurados cargando la biblia o el rosario, si vamos a criticar, a hacer prejuiciosos con nuestros semejantes, a fregar a los demás; a nuestros vecinos, a nuestros amigos, no la chinguemos. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.
Luis Humberto.