25 de Noviembre de 2024
 

Panoramas de Reflexión

Seres que eluden

 

Hay personas a las que yo considero demasiado hábiles para eludir comentarios o conversaciones en las que piensan no van a obtener ningún provecho para sí mismas, pero si para el de otras personas; o en las que ellas mismas piensan que se pone en tela de juicio su reputación. A menudo salen corriendo en estampida cuando una conversación se torna así, generalmente como acordándose de algo muy importante que olvidaron hacer, y se van.

Son personas ruidosas que a menudo se salen de la tangente, como comúnmente se dice. Tangente, en geometría, es una recta que toca una curva sin cortarla. A veces, exageradamente cambian de conversación no dando la debida y merecida importancia a su interlocutor. O también, como ya les dije, argumentan tener demasiada prisa, dejando a los demás, literalmente, con la palabra en la boca. Pero, en cambio, cuando necesitan de alguien no dudan en “perder su valioso tiempo”. Adoptan sutilmente actitudes egoístas, mezquinas e hipócritas que denotan una grave falta de educación y cultura, mismas que, contrariamente, tratan de ostentar, estas últimas, por doquier ante los demás. Esconden graves problemas de identidad pues aparentan ser personas con una excelente reputación, y de hecho la tienen, sólo que interiormente su ego no les permite relacionarse con personas que ellas mismas etiquetan de inferiores a su posición social. Son idealistas que rayan en la exageración. Todo lo negativo de la vida cotidiana les molesta, les agrede a sus sentidos, y exageran en sus comentarios al respecto; pero nada investigan acerca de la verdadera naturaleza y causas que lo originan, simplemente critican sin proponer verdaderas soluciones que beneficien a todos. Hablan por hablar. Viven en un mundo de apariencias. Los domingos por lo general se dejan ver por los templos, balconeando su presencia para que las personas que ellas consideran sus iguales o superiores, socialmente hablando, los noten; y verdaderamente sienten que están cumpliendo con sus mandamientos religiosos. Si nos ven hablando con personas que ellos consideran sus iguales, y que desde luego, ante ellos, son sus iguales y superiores socialmente a nosotros, entonces si se acercan, cuando pueden, para enterarse de los pormenores de nuestra conversación con aquellos. Desafortunadamente muchas individuos padecemos algunos o todas estas perturbaciones mentales y de actitud, irreconocibles e inaceptables en seres que se consideran con un cierto nivel de educación y cultura. Además, cuando pueden, logran darnos subrepticiamente “golpes bajos”, poniéndonos en mal con quien les plazca si así conviene a sus intereses, y cuando nos encuentran, nos saludan muy amablemente, hasta de besito.

Podría seguir describiéndoles las características de estos individuos pero, lamentablemente, entre más escribo, más siento yo que más me parezco a ellos, pues muchas veces he incurrido en estos defectos. La simple paranoia y el hablar de estos, me hace ser como ellos. El no reconocer muchos de nuestros defectos y errores es el primer síntoma de nuestras desviaciones. Seamos sinceros y honestos primero con nosotros mismos para después, ver siempre de frente y con la cara en alto a nuestros semejantes. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.

 

Luis Humberto.



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