Luis Humberto.
Dé más de sí
Es bueno considerar todo lo bueno que nosotros tenemos. Una vez que nos damos cuenta de lo valiosos que somos y de cuantas cosas positivas tenemos a nuestro favor, las sonrisas se dibujarán de nuevo en nuestra boca, saldrá el sol, sonará la música y nosotros podremos finalmente avanzar hacia la vida que Dios nos señaló, con gracia, fuerza, valor y confianza. Recuerde que siempre hay una mejor manera de vivir para nosotros y empieza hoy.
Hoy y todos los días, debemos dar más de sí, más de lo que nos pagan por hacer, aunque eso no lo entiende mucha gente. Yo me encuentro muy limitado físicamente y a veces me pongo a pensar en todo aquello que podría desarrollar. Cuando tuve mi oportunidad la dejé pasar y eso no lo puedo remediar. Lo verdaderamente importante es continuar, aprender de nuestros errores sin menoscabo de nuestra autoestima. Una vez le dije a un cortador de naranja que muchas veces es necesario invertir en las personas pero no me entendió. Creyó que me refería al dinero. No, me refería al tiempo, a la amistad y al servicio que uno puede brindar desinteresadamente a alguien, gracias precisamente a esa amistad que todo lo mueve incondicionalmente. La victoria del éxito se habrá ganado a la mitad, cuando aprendamos el secreto de dar más de lo que se espera en todo lo que hacemos. Debemos hacernos tan valiosos en nuestro trabajo pero sin llegar a creernos o sentirnos indispensables; eficientes y necesarios es lo mejor. Debemos ejercer nuestro derecho de recorrer ese kilometro adicional y disfrutar de todos los beneficios que recibiremos si así lo hacemos. Bien no lo merecemos. La manera de condenarse uno mismo a una vida de fracaso y lágrimas consiste en hacer únicamente el trabajo por el que nos pagan. Desafortunadamente esa es la idea de mucha gente. Una vez escuche la conversación de dos mujeres en la que una le preguntaba a la otra si no sabía de algún trabajo. A todas las referencias que una le daba, la otra le decía: “Ahí es una fonda y hay que echar tortillas y no me gusta hacerlas", “en ese lugar salen tarde", “ahí pagan poco". Pensé, lo que busca esa señora es un puesto ejecutivo, de gerente o algo por el estilo. A veces la errónea información y las malas influencias “ayudan” a formarnos una idea falsa del trabajo pero yo me pregunto ¿Qué haríamos en nuestras casas o en la calle, quitándole el tiempo a la gente que está trabajando y sin devengar un solo centavo para nuestro sustento? Sé de gente que así se la pasa, esperando que el dinero o las fabulosas oportunidades le toquen a su puerta sin reconocer que aquél se encuentra precisamente allá afuera, en la calle, pero desafortunadamente para ese tipo de gente, hay que ir a recogerlo con mucho esfuerzo y dedicación, dando más de sí, más de lo que nos pagan por hacer.
Cada vez que se cometa un error o se haya sido abatido por la vida, no hay que quedarse demasiado tiempo pensando en ello. Los errores son la forma en que la vida nos enseña. A muchas personas que despiden de su trabajo sin motivo aparente, cuando preguntan el inevitable ¿por qué? Con mucha o poca vergüenza se escucha que el desempeño no ha sido el esperado y cosas por el estilo. Sin embargo, la capacidad de cometer errores ocasionalmente es inseparable de la capacidad de lograr las propias metas. Nadie gana de todas, todas, y las fallas que se tienen, cuando ocurren, son parte del propio crecimiento. ¿Cómo podríamos conocer nuestros límites sin una falla ocasional? Nunca hay que rendirse. Ya llegará el turno de uno. Nuestros fracasos y derrotas sólo son pasos hacia algo mejor. Lo importante es no abusar. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.