24 de Noviembre de 2024
 

Panoramas de Reflexión

Luis Humberto

 

 

El buen ejemplo

 

            Arístides “El justo” (530-468 a.C.), político y general ateniense, un hombre de una moralidad impresionante, debe su fama y su sobre nombre a su gran sentido de la justicia. Hacia el año 500 a.C. gobernó Atenas y un día, en plena discusión debido a un antiguo conflicto sobre política naval con su terrible adversario político el general Temístocles, éste lleno de ira se le lanzó hacia él amenazándolo con los puños cerrados. Arístides le dio esta admirable respuesta: “pégueme, pero escúcheme”.

 

            Después de 25 siglos, este ejemplo de moderación del gran Arístides sirve de modelo de comportamiento para muchos políticos, y no políticos. Porque no hay enseñanza que más se quede en la memoria, que el comportamiento noble y sereno de una persona importante en un momento de injusta agresión. Son lecciones que jamás se olvidan. La gente dice: “las palabras vuelan, los ejemplos quedan”. Debemos predicar a nuestros hijos, a nuestros amigos y a toda la gente que nos rodea, con el ejemplo de una vida digna y sana, libre de vicios y malas pasiones, fanatismo e inmoralidad. Muchos políticos que aspiran a ocupar puestos públicos, dada la época de elecciones que se avecina el próximo año, deberían tomar en cuenta el dar un buen ejemplo de vida a la comunidad y no buscar acercarse a sus puestos con golpes bajos, panfletos y dimes y diretes en contra de sus adversarios políticos, como siempre se acostumbra en estas épocas. También Esopo, el fabulista griego, contaba una fábula muy curiosa al respecto de esto que estoy diciendo. Decía que un hombre iba hacia un pueblito a vender cachuchas y se acostó a dormir debajo de un árbol, pero antes abrió el costal que llevaba, sacó una cachucha y se la puso en la cabeza. Y sucedió que en las ramas del árbol estaban unos micos, los cuales hacen lo que ven hacer a los demás, y apenas notaron que el hombre se había dormido, bajaron sigilosamente y cada uno saco una cachucha del costal y se la puso sobre la cabeza, subiéndose rápidamente a las ramas otra vez. Cuando el hombre se despertó, vio con horror que en el costal no había quedado ni siquiera una cachucha, y al levantar la mirada vio la manada de micos, todos con cachucha, como soldados de un batallón. Desanimado ante tan enorme pérdida, el hombre se quitó la cachucha que tenía en la cabeza y lleno de ira la lanzó contra el suelo. Y como los micos repiten lo que ven hacer, cada mico se quitó la cachucha y la lanzó hacia el suelo, con lo cual el hombre quedo muy satisfecho porque pudo recuperar su mercancía. Con esto el fabulista saca esta conclusión: “Lo malo y lo bueno que nosotros hacemos, será imitado por otros”. Nuestros hijos principalmente pero también la gente que nos rodea, así que no nos conviene hacer sino lo bueno, porque ese buen ejemplo repercutirá en buenas acciones que los demás sentirán también deseos de repetir.

 

            El buen ejemplo de un político hacia los demás causa una mayor impresión en nuestras vidas, que las palabras demagógicas que pudieran decirnos. No olvidemos que muchos políticos nos han convencido ya en otras ocasiones con sus palabras; sin embargo, recuerdo muy pocos que nos hayan convencido con sus acciones. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.



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