24 de Noviembre de 2024
 

Panoramas de Reflexión

Luis Humberto

 

Hace falta más

 

            Un día de tantos estuve platicando con dos buenos amigos en mi domicilio. Hablamos de muchas cosas. De trabajo, de la vida personal de cada cual, de la economía de nuestro país, y en fin, de muchas, muchas cosas más. Sin embargo, algo me llamó mucho la atención. Los tres coincidimos en que los valores humanos se están perdiendo, los estamos olvidando. Ya no hacemos conciencia de casi nada. Permanecemos indiferentes ante el dolor ajeno.

 

            Es cierto. Han surgido innumerables asociaciones que intentan ayudar en algo, las muchas, muchas carencias de una sociedad que padece cada vez más de grandes necesidades. “Prospera”, “Goles por la educación”, “Goles por la salud”, “Bécalos”, etc., sólo por mencionarles algo de lo que hay en materia de los miles de grupos de ayuda a nivel nacional (y que son muchos de los que vemos a través de la televisión y otros medios); son éstas asociaciones que contribuyen con tan sólo un granito de arena frente a la inmensa necesidad, independientemente de que también existen asociaciones diversas del gobierno federal y los gobiernos estatales v municipales, que persiguen objetivos parecidos. Ayudar un poco a reducir la gran pobreza que se padece en México. Y si aunamos a esto que ya estamos a nada de empezar nuevamente campañas electorales, ya veremos también desfilar camiones repletos con despensas para regalar a cambio de un voto. Regalar despensas, ropa, baratijas diversas y hasta dinero en efectivo, no ayuda en nada a disminuir la pobreza, la gigantesca miseria que observamos en nuestro país. Es cierto que todas las asociaciones que existen, de las cuales sólo les he mencionado tan sólo dos que tres, contribuyen en algo que ayuda muy poco, pero eso no es todo, hace falta más, mucho más. Debemos empezar desde arriba. El gobierno federal tiene la palabra. A nosotros ya ni nos inmuta ver niños de la calle pintados de payasitos haciendo juegos malabares; señoras con una hilera de chiquitillos, desde el más pequeño en brazos hasta los más grandes, que piden para un pan; ancianitos y personas con capacidades diferentes pidiendo limosna; enfermos que piden dinero mostrando una receta o un documento sellado y firmado, por alguna institución que quien sabe qué contenga en sus líneas; indigentes que aparecen muertos a causa del frio o el hambre en la calle; indígenas que vienen a vender sus artesanías a la ciudad, y que tienen que soportar el maltrato y extorsión de nuestras autoridades. Ya se nos ha hecho muy normal ver todo esto por las calles y carreteras de nuestro país, y creo que no es justo. Deberíamos pugnar por aliviar la miseria pero no dando un pequeñísimo trozo del pescado, sino ensenando a pescar para obtener lo necesario y valorar así con mayor razón el esfuerzo realizado por obtenerlo.

 

            Se hace necesario, inaplazable ya el fomento formal a inversiones extranjeras, o internas, públicas y privadas, que generen empleo y no de relumbrón o transitorios, sino permanentes y bien remunerados, a través de políticas e incentivos fiscales atractivos; en lugar de prácticas demagógicas, mezquinas, que generan engaño y abuso de la ignorancia del grueso de la población. Hace falta más. La educación también debe fortalecerse, es un factor preponderante y medular, sólo es necesario que la parte involucrada dominante (el gobierno), impulse verdaderamente el progreso. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.



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