Luis Humberto
Una lección de perseverancia
“¿Se ha puesto a observar la actitud de los pájaros ante las adversidades? Hay días cuando ya está terminado su nido y están prontos a poner los huevos, las inclemencias del tiempo o la obra del ser humano o de algún animal lo destruye y tira por suelo lo que con tanto esfuerzo se logró. ¿Qué hace el pájaro? ¿Se paraliza, abandona la tarea? De ninguna manera. Vuelve a comenzar, una y otra vez, hasta que en el nido aparecen los primeros huevos. A veces -muchas veces- antes de que nazcan los polluelos algún animal, un niño, una tormenta, vuelve a destruir el nido, pero esta vez con su precioso contenido. Duele comenzar desde cero. Pero aún así, el pájaro jamás enmudece ni retrocede, sigue cantando y construyendo, construyendo y cantando. ¿Ha sentido que su vida, su trabajo, su familia, sus amigos no son los que soñó? ¿Ha querido decir basta, no vale la pena el esfuerzo, eso es demasiado para mí? ¿Está cansado de recomenzar, del desgaste de la lucha diaria, de la confianza traicionada, de las metas no alcanzadas cuando estaba a punto de lograrlo? Así le golpee la vida una vez mas no se rinda nunca, diga una oración, ponga su esperanza al frente y arremeta. No se preocupe si en la batalla sufre alguna herida, es de esperar que algo así suceda. Junte los pedazos de su esperanza, ármela de nuevo y vuelva a arremeter. No importa lo que pase, no desmaye, siga adelante. La vida es un desafío constante pero vale la pena aceptarlo. Y sobre todo, nunca deje de cantar”.
En muchas ocasiones les he comentado que la madre naturaleza a través de su infinita diversidad y sabiduría, nos entrega innumerables mensajes que nos advierten, nos trasmiten enseñanzas, para que modifiquemos nuestro errado comportamiento, nuestra equivocada actitud con respecto al medioambiente, a la propia naturaleza. También, a través del respetable comportamiento de muchas especies; digamos, como el fiel perro, el cordial elefante, el mimoso gato o las cantoras aves, la naturaleza misma nos entrega lecciones de vida, experiencias ajenas, tanto de especies domesticadas como salvajes, para que aquilatemos y valoremos el mérito, el esfuerzo, la perseverancia y la actitud ante las adversidades de distintas criaturas que conviven junto con nosotros en ésta, nuestra única casa, la madre Tierra. Todo es cuestión de observar. Humildad, nobleza, perseverancia, tolerancia, prudencia, entrega y muchas otras virtudes más que a nosotros nos cuesta tanto trabajo asumir. ¿Por qué será que nos decimos inteligentes? ¿Acaso por vanidad infundada? Yo creo que sí. Por ejemplo, a la mayoría de los padres les cuesta mucho trabajo desprenderse de sus hijos, para dejarlos emprender su propio camino, cuando la naturaleza nos muestra exactamente lo contrario. Miles de especies abandonan sus crías cuando ya están aptas para trazar su destino y fortalecerse por mérito e iniciativa propia, aunque muchos de nosotros nos damos cuenta de ello, vemos por doquier muchos ninis, junior, o corno les quiera usted llamar. Jóvenes, hombres y mujeres a punto de madurar o ya maduros que todavía dependen económicamente de sus padres, cuando deberían emprender sus metas por sí mismos. Eso los fortalecería más y los volvería también más equilibrados para dimensionar adecuadamente el valor de las cosas.
Creo que ya me excedí un poco y les comento esto último porque yo también viví una experiencia similar cuando fui joven; sin embargo, con muchas dificultades logré salir adelante. Ahora pienso que es mejor dejar a los jóvenes que maduren alejándose un poco de sus padres para que puedan avanzar por la vida, valorando cada logro obtenido por sí mismos, y aquilatando cada esfuerzo empeñado para la obtención justa de sus propios recursos. Esto les traerá indudablemente menos dificultades para trascender en la vida, construyendo y cantando, cantando y construyendo, como nos lo trinan las aves por doquier. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.