Luis Humberto
La Venganza.
“El pequeño Pablo entra en su casa, después de la clase, golpeando fuerte sus pies en el piso de la casa. Su padre, que iba a la huerta, al fondo del patio a trabajar, al ver aquello llama al niño para charlar. Pablo, de 8 años de edad, lo acompaña desconfiado. Antes que su papa dijera alguna cosa, habla irritado:
–Papá, estoy con mucha rabia. Daniel no debería haber hecho aquello conmigo. Deseo que algo muy malo le suceda. Su padre, un hombre simple pero lleno de sabiduría, escucha calmamente al hijo que sigue reclamando: – Él me humilló delante de mis amigos. No acepto. Me gustaría que él se enfermara y no pudiera ir a la escuela. El padre escucha todo callado mientras camina hasta el lugar donde guardaba una bolsa llena de carbón. Llevó la bolsa hasta el fondo y el niño lo acompaño, callado. Pablo ve la bolsa abierta y antes que pudiera hacer una pregunta, el papá le propuso algo: –Hijo, haz de cuenta que aquella camisa blanquita que está secando en la cuerda es tu amiguito, y que cada trozo de carbón es un pensamiento malo tuyo, dirigido a él. Quiero que tires todo el carbón de la bolsa en la camisa, hasta el último trozo. Después vuelvo para ver cómo quedó. El muchacho pensó que sería un juego divertido y puso manos a la obra. La cuerda con la camisa estaba lejos y pocos trozos acertaron el blanco. Una hora pasó y el muchacho terminó la tarea. El padre, que espiaba todo de lejos, se aproxima al muchacho y pregunta: – Hijo, ¿cómo te sientes ahora? –Estoy cansado, respondió el niño, pero estoy contento porque acerté muchos pedazos de carbón en la camisa. El padre mira al muchacho, que queda sin entender la razón de aquel juego, y cariñoso le dice: –Ven conmigo hasta la habitación pues quiero mostrarte una cosa. El hijo lo acompaña y es colocado frente a un gran espejo donde se ve todo su cuerpo. ¡Qué susto! Sólo conseguía ver sus dientes y sus ojitos. El padre entonces dijo cariñosamente: –Hijo, viste que la camisa casi no se ensució; pero mírate. Lo malo que deseamos para los otros es como lo que te pasó. Por más que podamos molestar la vida de alguien con nuestros pensamientos, la mugre, los residuos, el polvo quedan siempre en nosotros mismos”.
La venganza es un sentimiento malsano que orilla a un estado de enemistad en contra de una o varias personas y que se caracteriza generalmente por actos de violencia, actos que se llevan a cabo cuando no hemos aprendido a dominar nuestras pasiones. Si la voluntad no domina las pasiones, éstas se vuelven tiránicas y la voluntad se convierte en su esclava. Algo parecido le sucedió al pequeño Pablo, el niño de la historia que acabo de narrarles. Afortunadamente para él, su padre le enseñó mediante una sencilla lección que todo lo malo que evitamos ahora, nos sirve para prepararnos paz y alegría y muchos bienes para el futuro, ya que todo lo malo que deseamos para los demás lo conservamos porque somos uno en el centro del universo, uno en Dios. Que no se nos olvide, lo que va, viene. Jorge Luis Borges, escritor argentino dijo: “Yo no hablo de venganzas ni de perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón”. Olvidemos pues, todos los agravios de quienes hayamos recibido y convivamos en paz con nuestros hermanos en la alegría de la vida. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.