Luis Humberto.
La vida misma
“Tanta prisa tenemos por hacer, escribir y dejar oír nuestra voz en el silencio de la eternidad, que olvidamos lo único realmente importante: vivir”. Robert Louis Stevenson. “Esforcémonos en vivir con decencia y dejemos a los murmuradores que digan lo que les plazca”. Molière. “Quien crea que su propia vida y la de sus semejantes está privada de significado no es sólo infeliz, sino que apenas es capaz de vivir”. Albert Einstein. “El hombre que más ha vivido no es aquel que más años ha cumplido, sino aquel que más ha experimentado la vida”. Jean Jacques Rousseau. “Quien no vive de algún modo para los demás, tampoco vive para sí mismo”. Michel Eyquem de Montaigne.
Y en verdad les digo, sobran frases de hombres ilustres para disertar sobre sus experiencias en la vida; que eso precisamente es, experiencias. La experiencia de compartir, de sufrir, de disfrutar, de convivir, de crecer, de tropezarse y levantarse. Una dualidad de tiempo-espacio. De arriba y abajo, de luz y oscuridad, de vida y muerte. Estar aquí para siempre, estar realmente vivos tiene que ver con ser un cuerpo de cualidad, una persona que ha terminado con la separación entre lo mortal y lo inmortal. La separación crea estrés y conflicto en la propia forma del ser. El conflicto es lo que desgasta al cuerpo y causa que se envejezca y deteriore. Tenemos que remover, quitar de nuestra carne eso que pudiese destruir nuestros cuerpos. La meditación y estar en paz con el Creador, con nuestros semejantes y con nosotros mismos, alejados de los vicios y las bajas pasiones, es un buen remedio para lograr un crecimiento espiritual. La vida, desde un punto de vista objetivo, es el espacio de tiempo que transcurre desde el nacimiento de un ser humano, un animal o un vegetal hasta su muerte. Pero desde un enfoque subjetivo, no hay definición que valga para expresarla. Tiene mucho que ver con la manera de vivir de cada quien, en lo tocante al empleo, profesión, oficio, ocupación, fortuna o desgracia, o a las comodidades o incomodidades con que viva cada cual. Toleramos beneficios, prosperidades y bonanza, pero lamentamos y rechazamos violencia, malestares y fastidios. Una dualidad, dentro de una inmensa diversidad y variedad de existencias y pensamientos.
Cada quien expresa su pensamiento dependiendo como le va en ella, en la montaña rusa que es la vida misma. El gran conjunto de valores morales y espirituales que alberga. La honestidad, la honorabilidad, la prudencia, el recato, el decoro, la rectitud, la honradez, la honestidad, la decencia, ¡Uff!, prácticamente están en desuso. ¿Hacia dónde vamos con esa actitud generalizada? Tal vez hacía abajo en la montaña rusa, pero sin final, porque para que volvamos a subir, está cabrón. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco.
Que tenga un buen día.