Se me quedaron ayer algunas cosas en el tintero, y la verdad me dio pena dejarlas ahogándose en la oscuridad de la tinta, así que continúo con el tema de la crítica, si me perdonan y si me permiten.
Hay que decir que el término es muy extenso en sus significaciones, y que por eso se presta a muchas interpretaciones. De ahí que haya muchas formas de ejercer la crítica o muchas críticas posibles.
La Real Academia Española consigna en su diccionario -ramplón, pero considerado por muchos como la autoridad en nuestro idioma- ni más ni menos que 12 definiciones diferentes para la palabra.
Después de decir que viene “del latín critĭcus, y este del gr. κριτικός”, empieza con dos obvias y propias de este mamotreto
“1. adj. Perteneciente o relativo a la crítica.
“2. adj. Perteneciente o relativo a la crisis”.
Bueno, la segunda no tiene nada que ver con nuestro tema, así que ni para comentarla, y lo mismo pasa con la tercera:
“3. adj. Se dice del estado, momento, punto, etc., en que esta se produce” (para los académicos parece evidente que “esta” se refiere a la “crisis”).
El cuarto apartado de plano es inentendible: “4. adj. Dicho del tiempo, de un punto, de una ocasión, etc.: Más oportunos, o que deben aprovecharse o atenderse.”
Y el quinto es definitivamente atómico: “5. adj. Fís. Se dice de las condiciones a partir de las cuales se inicia una reacción nuclear en cadena.”
Los dos siguientes, como si fuera importante, se refieren a quienes son críticos: “6. m. y f. Persona que ejerce la crítica.
“7. m. y f. coloq. Persona que habla culto, con afectación.”
Por fin en el número 8 encontramos un atisbo de definición: “f. Examen y juicio acerca de alguien o algo y, en particular, el que se expresa públicamente sobre un espectáculo, un libro, una obra artística, etc.” (o un político o un guiso o un vestido, etc., diría yo).
Luego vienen dos conjuntos: “9. f. Conjunto de los juicios públicos sobre una obra, un concierto, un espectáculo, etc.
“10. f. Conjunto de las personas que, con una misma especialización, ejercen la crítica en los medios de difusión. Al estreno de esa comedia no asistió la crítica
Y terminamos con unas que sí nos vienen al caso: “11. f. murmuración.
“12. f. censura (reprobación).”
Si se dan cuenta, nuestro diccionario oficial no toma en cuenta la crítica que ejercen los periodistas de todos los medios de comunicación sobre asuntos de carácter público y sobre quienes son sus responsables.
Lo realmente cierto es que la crítica debiera ser la función principal del periodismo pero que han desvirtuado aquéllos que cambiaron el sagrado ejercicio de la función de informar -que es el ejercicio más prudente y profesional de nuestro querido y acongojado oficio- por las cuentitas de vidrio de la censura ramplona, de la acusación sin fundamento, de la queja insultativa.
Y además olvidan que nuestra función es informar, no acusar.
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