¿Tigre o liebre?
“Había una vez un joven que se encontraba muy decepcionado. Todos Estaban ya muy Fríos de Corazón. Su amargura absoluta era por la forma tan inhumana en que se comportaban todas las personas, al parecer, ya a nadie le importaba nadie.
Un día dando un paseo por el monte vio sorprendido que una pequeña liebre le llevaba comida a un enorme tigre mal herido, el cual no podía valerse por sí mismo. Le impresionó tanto al ver este hecho que regresó al siguiente día para ver si el comportamiento de la liebre era casual o habitual. Con enorme sorpresa pudo comprobar que la escena se repetía: la liebre dejaba un buen trozo de carne cerca del tigre. Pasaron los días y la escena se repitió de un modo idéntico, hasta que el tigre recuperó las fuerzas y pudo buscar la comida por su propia cuenta. Admirado por la solidaridad y cooperación entre los animales, se dijo: –no todo está perdido. Si los animales, que son inferiores a nosotros, son capaces de ayudarse de este modo, mucho más lo haremos las personas. Y decidió hacer la experiencia: Se tiró al suelo simulando que estaba herido y se puso a esperar que pasara alguien y le ayudara. Pasaron las horas, llegó la noche y nadie se acercó en su ayuda. Estuvo así durante todo el otro día, y ya se iba a levantar, mucho más decepcionado que cuando comenzamos a leer esta historia, con la convicción de que la humanidad no tenía el menor remedio. Sintió dentro de sí todo el desespero del hambriento, la soledad del enfermo, la tristeza del abandono; su corazón estaba devastado, sí, casi no sentía deseo de levantarse; entonces allí, en ese instante, lo oyó con claridad, una hermosa voz muy dentro de él le dijo: –Si quieres encontrar a tus semejantes, si quieres sentir que todo ha valido la pena, si quieres seguir creyendo en la humanidad para encontrar a tus semejantes como hermanos, deja de hacerte el tigre y simplemente sé la liebre”.
Efectivamente, esta reflexión nos invita a madurar la actitud que le mostramos a nuestros semejantes. Estamos tan ensimismados en procurar una imagen agradable, atractiva y deslumbradora, llena de falsedad e hipocresía, impregnada de esnobismo, hedonismo, narcisismo, y otras tantas tendencias más de burda imitación social, que a menudo olvidamos servir a los demás. Un simple ¡hola, cómo estás!, sincero, franco y espontáneo, aporta más que un soberbio desplante a la gente que nos conoce. Caminar con sinceridad y franqueza por la vida produce una opinión más importante acerca de nosotros mismos ante los demás. Tal vez estamos buscando la aceptación y pertenencia al grupo de manera equivocada. Servir no nos quita nada, ayudar tampoco. Todo lo que obtenemos, nuestros logros y pertenencias que ostentamos en la vida, lo hemos logrado indiscutiblemente con la ayuda de los demás. Con frecuencia decimos “esto o aquello, lo logré con mi esfuerzo y arduo trabajo”, y quizá sea cierto pero hasta en eso, logramos hacerlo con el apoyo, algunas veces interesado y otras no, de los demás. No somos autosuficientes al cien por ciento. Muchas manos trabajaron antes para que podamos vestirnos y alimentarnos. Seamos agradecidos y útiles s los demás. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.
Luis Humberto.