A toda prisa
“Cierta vez un conductor se desplazaba por una autopista a una velocidad excesivamente alta, cuando de repente justo después de una curva aparece un hombre parado en medio de la vía, haciendo señal de parada con los brazos y de una forma desesperante. El conductor, sorprendido y a la vez asustado, toca insistentemente la bocina para ver si así el individuo se quitaba del camino. Pero fue inútil, el hombre seguía haciendo señal de pare con sus brazos.
Debe de estar loco, dijo el conductor mientras pisaba el freno provocando un fuerte chillido y dejando dos largas marcas negras en el pavimento, logrando así detener el coche antes de atropellar a aquel hombre. Muy enfadado sale del coche y, cerrando la puerta, se dirige hacia el hombre y le dice: – ¿Acaso no tienes ojos? – ¿No ves lo peligrosa que es esta carretera y te atraviesas en ella como si nada? – ¿O acaso eres un loco para no ver el peligro que corres? –No señor, no estoy loco, le contesto el individuo. –Lo que pasa es que el puente que está en la próxima curva, por efectos de la tormenta, acaba de desplomarse; y sabía que, si no hacía algo, usted, en este momento, ya estaría muerto. Tuve que arriesgar mi vida para ver si podía salvar la suya. ¡Casi siempre, las cosas tienen un porqué!, y muchas veces hablamos y juzgamos antes de tiempo”.
La reflexión anónima anterior nos muestra un ejemplo más de como actuamos, en la mayoría de las veces, ante situaciones diversas que la vida nos presenta. Una señora al igual que muchas personas, tildan a mi negocio como una cantina porque vendo cerveza, sin conocer como lo manejo, como lo atiendo, simplemente, critican. Mucha gente no sabe porque se viste usted de tal manera, porque se comporta de tal otra, porque hace las cosas de forma un tanto diferente a los demás, simplemente critica, manotea, alardea y se molesta con su proceder y no se ve a sí misma. Todos nos comportamos alguna vez de esa manera, criticando y faltando al respeto a los demás. Mucha gente hasta de beso le saluda pero a sus espaldas le critica. Mi madre me decía que no escupiera para arriba porque me podía salpicar y tenía mucha razón. No somos nada de lo que creemos ser. Nuestro yo es indefinible porque no hay nada que lo defina. Cuando nos relacionamos con una persona tenemos noción de la otra como unas experiencias, unos recuerdos, y con estas nociones construimos su imagen. Así es que no nos relacionamos con esta persona, sino con la memoria que tenemos de ella. Cuando abrazamos un amigo, abrazamos un recuerdo. Es así, y lo cierto es que, si fijamos la persona a la memoria que tenemos de ella, la estamos fijando a un prejuicio. Y así funcionamos por la vida, juzgando por prejuicios. Como consecuencia de ello, si conocemos a una persona sólo por sus hábitos, cuando esa persona cambia, lo notarán sólo las personas despiertas o las que acaben de conocerla, pues para los otros sigue fijada a sus hábitos, que son los que recuerdan. Por ello, nadie es profeta en su tierra ni entre su familia, por regla general. Nos movemos a base de prejuicios, de recuerdos. Es peligroso vivir de la memoria, del pasado. Sólo el presente está vivo, y todo lo pasado está muerto, no tiene vigencia. Incluso el futuro no existe. Sólo hay vida en el presente, y vivir en el presente supone dejar los recuerdos, como algo muerto, y vivir las personas y los acontecimientos como algo nuevo, recién estrenado, abierto a la sorpresa que cada momento nos puede descubrir.
Es el ahora el que importa, porque ahora es la vida, ahora todo es posible, ahora es la realidad. La idea que la gente tiene de la eternidad es estúpida. Pensamos que dura para siempre porque está fuera del tiempo. La vida eterna es ahora, está aquí, y a nosotros nos han confundido hablándonos de un futuro que esperamos mientras nos perdemos la maravilla de la vida que es el ahora. Nos perdemos la verdad. El temor al futuro, o la esperanza en el futuro, es igual, son proyecciones del pasado. Sin proyección no hay futuro, pues no existe lo que no entra en la realidad. Bueno, ya me extendí un poco fuera del tema central pero lo consideré importante y muy relacionado. No juzguemos sin conocer y aun conociendo, no nos corresponde. Aceptemos, toleremos, entendamos. Somos diversidad y gracias a ella, conocemos más. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.
Luis Humberto.