Nuestra libertad está influida por la historia. Nacemos y vivimos en sociedad, por eso nuestra conciencia y nuestra libertad nunca parten de cero, sino que brotan y se desarrollan condicionadas por las visiones e ideas de quienes nos han precedido y de quienes nos acompañan. Somos seres inacabados, que nos vamos integrando con nuestras experiencias y nuestras vivencias, que de alguna manera nos condicionan.
Las lecturas, las conversaciones, el análisis que compartimos con otras personas nos ayudan a ir siendo libres. La libertad no consiste, como vulgarmente se piensa, en "hacer lo que me da la gana" sino en ejercer nuestra vocación a ser persona, a comprometernos con los demás en el servicio, para construir entre todos el bien común. En otras palabras, que nuestras acciones sean siempre un motivo para que los demás sean también responsables, comprometidos en su crecimiento personal, en función de un mundo cada vez más participado, más justo, más compartido. Es decir, que ser libre implica la obligación de ser liberador. Nadie es plenamente libre mientras no sea también liberador. No es suficiente afirmar que los seres humanos deben pensar, decidir y actuar por su cuenta, mientras viven esclavizados por organizaciones políticas o carencias económicas que les impiden el ejercicio de su libertad. El ejercicio de la libertad obsesionado por una seguridad individualista es enfermizo e inhumano, y no facilita, sino que hace imposible la vocación universal a la libertad que todos llevamos dentro. La llamada libertad de mercado no arregla, sino que agranda los desequilibrios entre ricos y pobres, sumergiendo a estos en la miseria y manteniéndolos en la dependencia. La libertad que proclama el-neoliberalismo.es profundamente individualista, lo que hace que cada quien se preocupe únicamente por su propio bienestar, desentendiéndose de los problemas sociales que directamente no le afectan. Los países del primer mundo se unen como sociedad para impedir que los pobres puedan entrar de manera equitativa en los mercados. Con esta intencionalidad imperialista están alimentando una libertad enfermiza que no deja espacios para la libertad de los otros. La libertad, pues, no puede concebirse de manera individualista. Es necesario concebirla de manera comunitaria, con una visión universal. Entonces se convierte en liberación. Los pueblos oprimidos han gritado siempre la liberación de esclavitudes. La primera liberación consiste en tener conciencia de que nuestras acciones deben estar siempre comprometidas con el bien de todos, de manera que, como proclamó el movimiento zapatista, exista un mundo en donde todos quepamos, en donde todos podamos crecer con equidad, sin privilegios mercantiles y sin hegemonías esclavizantes.
Luis Fernández Godard, pensador e intelectual político, nos comparte su opinión que la libertad debe ser para servir. Libertad para construir otro mundo posible. Libertad para ser liberadores. Libertad para aceptarnos en nuestras diferencias. Libertad para buscar criterios y objetivos comunes. La libertad es la que nos conduce, paso a paso, a un mundo responsable, respetuoso de la naturaleza, constructor de justicia y de paz social. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.
Luis Humberto.