Al igual que mucha gente, mi madre decía que: “Palo dado ni Dios lo quita”. En política pasa igual, aunque con muchas elucubraciones que al carecer de fundamento se vuelven difamaciones. El asunto es simple, todos deducimos que las riquezas que acumulan los políticos después de ocupar algún cargo, son producto de los malos manejos de los recursos que administran por mandato del pueblo que los eligió, pero no lo podemos comprobar. Los organismos, las instituciones gubernamentales que pueden hacerlo, no lo hacen. Investigan, si, a través de sus órganos de fiscalización y transparencia, donde se maquillan cifras o se actúa verdaderamente con todo el rigor, según los intereses de algún grupo o grupos políticos que pidan la cabeza de alguno.
Es una estrategia más de distracción mediática en términos generales, donde las partes involucradas se juegan el poder y el dinero que este conlleva, gastando, “invirtiendo”, los recursos obtenidos tal vez de la misma manera; es decir, robados al pueblo. Lo curioso de esto es que los afectados en algún proceso electoral, se defienden todos como gatos panza arriba, luchando, denigrando, difamando, con todo, haciendo uso de todos los recursos que estén a su alcance, metiendo zancadillas a diestra y siniestra para ver quién de sus “enemigos políticos” cae. Cuando las aguas se calman y serenas vuelven a su cauce normal, todo se asienta en su momento y los afectados también salen ganando, en menor cuantía, pero ganando al fin. Que interesante debe ser la política que arrastra una vorágine de engranajes diversos, parte de la pesada maquinaria que derrama caudales en múltiples direcciones, afectando y beneficiando a muchos. Y todo esto ha venido sucediendo por décadas en el devenir del acontecer político de nuestro país. ¿Por qué lo hemos permitido?, ¿por qué lo seguimos permitiendo? ¿Por miedo, por ignorancia, por las dos cosas? Tal vez si, tal vez no, esa es la cuestión, parafraseando la inmortal frase que William Shakespeare pusiera en boca de Hamlet, protagonista de la tragedia homónima. Un sistema político oscuro que lo ha creado, que lo sigue generando, que lo sigue permitiendo, para que tal vez como consecuencia natural se caiga en este vergonzoso circo mediático, donde muchos son vilipendiados y otros exaltados, dando mucho de qué hablar para satisfacer nuestra malsana morbosidad. Situaciones y acontecimientos plagados de golpes bajos y guerra sucia, atestados de bazofia de la que brotan miasmas dañinos y putrefactos, efluvios del poder, qué le vamos hacer.
Son pensamientos raros, ideas sueltas y escabrosas que salen de cualquiera que tenga un poco de atascado olfato y algo de presbicia, cual signos de vista cansada, ante tan evidentes, insistentes y continuos cañonazos informativos que circulan por doquier, donde las redes sociales no son la excepción sino la inclusión. Ahora, que son tiempos de sosiego, que al fin se vislumbran resultados, devienen etapas de negociaciones, de olvido y de paz. Quizá muchos no me entiendan, quizá sí. Venga la paz, venga la calma, para desarrollar nuevas andanzas, distintas ocurrencias, torcidas peripecias, que abran caminos mejores. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.
Luis Humberto.