14 de Septiembre de 2025
 

Vivir con Cáncer

-Isidro cuenta que las quimios lo dejan debilitado, con mucho dolor, vómito y cansancio.

-Luchar contra la enfermedad exige alegría, fuerzas y ganas de vivir

Por Williams Cortez

Cuando te diagnostican cáncer piensas que te quedarás pelón y en la muerte, dice Isidro Fernández Baizabal, un padre de familia a quien hace ocho meses le descubrieron cáncer de colón.

Para atender su enfermedad, Isidro ha tenido que vender su camioneta y muchas de sus pertenencias, pero también ha recibido ayuda de sus familiares, amigos y de la asociación civil Ayúdame Hermano, Tengo Cáncer (Ahteca).

Al momento de la entrevista, Isidro se había sometido a ocho quimioterapias y su evolución había sido tan favorable que entre uno y otro tratamiento los doctores se mostraron sorprendidos de ver los resultados de sus estudios.

LOS INICIOS DE LA ENFERMEDAD

Así recuerda Isidro los inicios de su enfermedad: “Me comencé a sentir mal en mayo de 2018, con dolores de estómago y mucha diarrea. Por algún tiempo estuve así, veía médicos y me daban medicamentos para la infección o me decían que era el hígado graso, pero no le atinaban a lo que tenía hasta que fui con un especialista que en agosto me ordenó un estudio. Primero fue un ultrasonido en el que salió que tenía un pequeño tumor, luego me urgieron para hacerme una tomografía, me la hacen y me mandan a urgencias, una vez allí me internan para hacerme una operación”.

Dicha intervención quirúrgica sería realizada en una hora, pero se complicó cuando los médicos descubrieron un tumor amorfo que “estaba agarrado” del colón, el estómago y el páncreas.

“Estaba más complicado de lo esperado y tuvieron que rajarme todo para hacerme una colostomía (abertura del estómago para extraer el colón). Estuve muy grave durante tres días, pero me recuperé, después me mandaron en sillas de ruedas al Centro Estatal de Cancerología (Cecan) para realizarme otros estudios patológicos y comenzar mi tratamiento de quimioterapias a partir de octubre”.

QUIMIOTERAPIAS Y DOLOR

Isidro explica el procedimiento que siguió previo al suministro de la primera quimioterapia: vía intravenosa recibió una serie de medicamentos y sueros para la protección de sus órganos internos y siguieron otras sustancias que le ayudaron a mitigar el dolor y los vómitos.

Después, durante una hora y media, siguió la primera “quimio”, es decir, un conjunto de fármacos que destruyen las células cancerígenas. “Duele mucho porque es una fórmula que preparan, viene refrigerada, se te enfría y se entume el brazo.

“Luego me prepararon otro coctel para ser suministrado durante 22 horas, luego más medicamentos y luego otra bolsa. Estoy conectado tres días con el suero corriendo pero me van cambiando los medicamentos, cada determinado tiempo me ponen medicamentos para el dolor, para el vómito, la base que es un suero y la quimio que está programada para 22 horas y las gotas tienen que ser controladas porque es muy agresivo, luego la máquina comienza a vibrar”.

En esas condiciones se ha llegado a pasar hasta tres días conectado con sus respectivos cambios de medicamentos cada 22 horas.

“Ese tiempo me lo paso internado, ahí duermo, ahí duermo, me baño, hago todo; al principio me ayudaba una enfermera, ahora ya sé usar el aparato, yo le quito el sonido, me la llevo al baño, cierro las llaves, doblo mi manguera, la vuelvo a conectar, yo la manejo”.

Isidro asegura que las quimios son terribles, muy agresivas con el cuerpo humano, pues lo dejan debilitado, con mucho dolor, vómito y cansancio.

Hasta ahora lleva ocho quimioterapias, y su evolución ha sido por demás favorable, entre una y otra los doctores se han sido sorprendiendo de ver los resultados positivos de sus estudios.

Eso ha sido posible con el consumo de medicamentos que le incrementan las plaquetas, el cuidado de su dieta, sus baños con agua de sal y sobre todo, viviendo cada uno de sus días de manera positiva.

“Hoy me siento fuerte, las quimios las tenía cada quince días y ahora cada mes, en los próximos días me van a realizar otros estudios y a valorar si me internan”.

LA HERMANDAD DE LOS ENFERMOS

Isidro cuenta que durante su asistencia al Cecan ha pasado a formar parte de una especie de hermandad entre los pacientes con cáncer, cuyos participantes suelen compartirse consejos de salud y charlan sobre la vida.

“Pero también me ha tocado ver cómo se ha muerto gente”, reconoce.

El primero de ellos fue Jacob, un señor de 60 años con cáncer de páncreas, con quien platicó por largas horas, quien, luego someterse a una quimioterapia colapsó, “se fue para abajo para abajo y las plaquetas ya no le dieron para seguir, le recetaron morfina y lo enviaron a su casa, a la semana se murió”.

Otro fue David, un hombre de 40 años inconfundible porque “siempre estaba con temperatura”; a él lo operaron, pasó por una colostomía, lo tenían con catéter, estaba en una lucha fuerte por su vida y de repente se fue.

Pero el caso más doloroso para Isidro fue Víctor Hugo, un chamaco de 15 años con mucha energía y ganas de vivir, acostumbrado a “inyectar ánimos” a los mayores para que lucharan contra sus respectivas enfermedades. Su frase más escuchada era: “Vamos a echarle ganas para salir de esto”. Sin embargo, el doloroso cáncer de testículo que padecía Víctor Hugo se complicó cuando avanzó y se extendió a sus pulmones hasta causarle la muerte en los días de febrero de este año, cuando se reportó el desabasto de medicinas en el Cecan.

Por lo anterior fue que, desesperados, Isidro y otros pacientes decidieron manifestarse en la plaza Lerdo para exigir al Gobierno del Estado y la Secretaría de Salud el abastecimiento de los tratamientos, cuyos altos costos hacen imposible su adquisición de manera particular. Y es que, agrega, hay casos de quimios que cuestan hasta 25 mil pesos.

“Decidimos hacer pública nuestra necesidad porque, en mi caso mi evolución ha sido muy buena y no quería quedarme sin medicamentos y empeorar, quiero que mi lucha valga la pena”.

“NUNCA HABÍA SIDO TAN FELIZ”

Isidro recuerda que en una de sus constantes asistencias al Cecan conoció a una mujer adulta de escasos recursos, originaria de una localidad muy pobre y alejada de Xalapa. Aquella mujer estaba agradecida con el cáncer y feliz porque había sido invitada a ver la obra clásico “El lago de los cines”.

La señora le llegó a decir que gracias al cáncer la habían llevado a ver ese espectáculo que para ella fue lo mejor que había visto en su vida. Pero no sólo eso, también “decía que nunca había sido tan feliz”, pues nunca antes había recibo tanta atención de su familia ni había recibido tanta ayuda de quienes estaban a su alrededor como ahora que estaba enferma con cáncer.

“De cierta manera cambió su vida, a todos nos cambia desde luego, yo al principio también tuve mis crisis, pero cuando te dan esa noticia tienes mucho tiempo para pensar, sobre todo en las noches”, añade.

Profundo conocedor de lo que habla, Isidro recomienda a los pacientes con cáncer luchar por lo más valioso que pueden tener: su vida.

“La parte más importante es luchar porque mucha gente dice: ‘cáncer’ y tú piensas ‘pelón y muerte’, pero si tú no estás deprimido puedes dar la lucha, la actitud es una parte bien importante porque si estás deprimido hasta de gripe te enfermas; en cambio, si estás alegre, con fuerzas y con ganas, motivas a tu sistema para que siga adelante”.


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