24 de Mayo de 2025
 

La Violencia normalizada /Por Lic. Osbaldo Ramos Vázquez

 

 

 

Encontré un vídeo demasiado crudo, diría yo, tan agrio. En dicha escena descrita en el vídeo —un asesinato cometido a plena luz del día, frente a un niño que corre aterrorizado hacia su madre herida— no es solo un hecho aislado: es un reflejo brutal del estado actual de nuestra sociedad. Desde una perspectiva crítica, psicológica y social, esta situación nos enfrenta a verdades que ya no pueden seguir siendo ignoradas: la normalización de la violencia, la fragilidad de los vínculos comunitarios y el colapso de las barreras sociales que alguna vez protegieron la vida humana como un valor inviolable.

 

Dentro de la psicológica, los efectos de presenciar un acto de violencia de tal magnitud son devastadores. El niño que corre a los brazos de su madre experimentará secuelas emocionales profundas: estrés postraumático, ansiedad, desconfianza hacia el entorno, y posiblemente una percepción distorsionada de la seguridad y de las relaciones humanas. Esta herida emocional no solo marcará su vida individual, sino que inevitablemente se proyectará en la calidad de su interacción futura con la sociedad: desconfianza, miedo, agresividad o retraimiento. Cada víctima secundaria de la violencia —aquellos que presencian el horror— constituye un daño multiplicado para el tejido social.

 

En una perspectiva social, estos actos reflejan un entorno donde la violencia ha dejado de ser la excepción para convertirse en parte del paisaje cotidiano. La indiferencia, la desensibilización y la falta de reacción colectiva ante estos eventos son síntomas de una sociedad que ha fallado en proteger los principios básicos de convivencia. La desigualdad social, la falta de oportunidades, la ausencia de justicia rápida y efectiva, y la impunidad son factores que alimentan esta espiral destructiva.

 

Por todo ello, confrontar esta violencia no es una opción: es un imperativo ético, lógico y urgente.

 

No se trata aquí de un llamado religioso ni de un planteamiento utópico; se trata de una necesidad basada en sentido común: nadie está verdaderamente a salvo en una sociedad donde la violencia es tolerada, excusada o ignorada. Cada acto de violencia no solo aniquila una vida, sino que erosiona las condiciones mínimas para la convivencia humana.

 

La lucha contra la violencia no puede seguir dependiendo solo de reacciones tardías y parciales. Requiere inteligencia colectiva, innovación tecnológica y acción inmediata. Cada uno de nosotros tiene un rol ineludible en esta tarea: no podemos delegarla ni esperar a que "otros" la resuelvan. Es una responsabilidad que nos pertenece a todos, porque en la medida en que permitimos que estos horrores sigan ocurriendo, todos perdemos algo de nuestra humanidad.

 

El futuro de nuestra sociedad depende de la valentía con la que decidamos actuar hoy. No mañana, no después de otra tragedia,es hoy.



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