Una tierna historia virtual
“Cierto día entré apurado y con mucho apetito a un restaurante. Escogí una mesa bien alejada del movimiento porque quería aprovechar los pocos minutos que tenía ese día; utilizarlos para comer y concretar algunas ideas de programación de un sistema que estaba desarrollando, además tenía ganas de planear mis vacaciones que desde hace mucho tiempo no sé lo que son.
Pedí un filete de salmón con alcaparras en salmuera, ensalada con jugo de naranja, pues al final de cuentas hambre es hambre y régimen es régimen, ¿no? Abrí mi computadora portátil y al mismo instante me llevé un susto con aquella voz bajita detrás de mí: –Señor, ¿me da alguna moneda? –No tengo, pequeño. –Solo una monedita para comprar un pan. –Está bien, yo te compro uno. Para variar, mi bandeja de entrada estaba llena de e-mails. Quedé distraído leyendo poesías, lindos mensajes, riendo de esas locas bromas. ¡Ah! Esa música me llevaba a Londres, recordando un hermoso tiempo pasado. –Señor, pida que le pongan al pan mantequilla y queso también. Ahí me doy cuenta que el pequeño estaba a mi lado. –De acuerdo, pero después me dejas trabajar, estoy muy ocupado, ¿de acuerdo? Llegó mi comida y con ella la realidad. Hago el pedido del pequeño, y el mozo me pregunta si quiero que el niño sea retirado. Mi cargo de conciencia me impide tomar una decisión, y digo: –no, está todo bien. –Déjelo que se quede. Traiga el pan y una comida decente para él. Entonces el niño se sentó frente a mí y preguntó: –Señor, ¿qué está haciendo? –Estoy leyendo e-mails. – ¿Y que son e-mails? –Son mensajes electrónicos enviados por personas vía Internet. Sabía que él no iría a entender nada, y para evitar mayores cuestionamientos dije: –Es como si fuese una carta, solo que se envía por Internet. –Señor, ¿usted tiene Internet? –Si tengo, es esencial en el mundo actual. – ¿Y qué es Internet, señor? –Es un lugar en la computadora donde podemos ver y oír muchas cosas, noticias, música, conocer personas, leer, escribir, soñar, trabajar, aprender. Tiene todo pero en un mundo virtual. – ¿Y qué es lo virtual, señor? Decido dar una explicación simplificada, con la certeza de que él poco va a entender, y me va a librar para comer mi almuerzo sin culpa. –Virtual es un lugar que imaginamos, algo que no podemos tocar, alcanzar. Un lugar en el que creamos un montón de cosas que nos gustaría hacer. Creamos nuestras fantasías, transformamos el mundo en casi como quisiéramos que fuese. –Qué bueno, ¡me gustó! –Pequeño, ¿me entendiste lo que es virtual? –Sí señor, yo también vivo en ese mundo virtual. –Y ¿tú tienes computadora? –No, pero mi mundo también es de ese estilo virtual. Mi madre pasa todo el día fuera, llega muy tarde y casi que no la veo. Yo me paso cuidando a mi hermano pequeño que vive llorando de hambre, y le doy agua para que él piense que es sopa. Mi hermana mayor sale todo el día, dice que va a vender su cuerpo, mas yo no entiendo, pues ella vuelve siempre con su cuerpo. Mi padre está en la cárcel hace mucho tiempo. Y yo siempre imagino a toda la familia junta en casa, mucha comida, muchos juguetes en Navidad, y yo yendo a la escuela para ser un gran médico algún día. ¿Esto no es virtual, señor? Cerré mi computadora portátil, no antes de que mis lágrimas cayeran sobre el teclado. Esperé a que el niño terminase literalmente de “devorar” su plato, pagué la cuenta y di el cambio al pequeño, que me retribuyó con una de las más bellas y sinceras sonrisas que jamás había recibido en mi vida, y además con un “¡Gracias señor, usted es un maestro!”. Ahí, en ese instante, tuve la mayor prueba de “virtualismo” insensato en que vivimos todos los días, en cuanto a la cruel realidad rodeada de verdad, y hacemos de cuenta que no la percibimos”.
La historia anónima anterior me hizo reflexionar que vemos a diario tanta miseria y pienso que ya nos estamos acostumbrando a mirarla, permanecemos incólumes al dolor ajeno que ya nada nos inmuta. En cambio, derrochamos y vemos derrochar tanto dinero y alimentos en el mundo que hacemos poco o nada por lograr una distribución más adecuada y equitativa para que nadie, absolutamente nadie en este planeta padezca de hambre y pobreza; que, como dicen que los problemas nunca llegan solos, además generan verdaderas calamidades sociales bastante conocidas. Nula educación, delincuencia, Prostitución, drogadicción, madres adolescentes, niños de la calle, pederastia, proxenetismo, trata de blancas, etc. Por si no nos hemos dado cuenta, esto y más se origina por hambre, pobreza, miseria e ignorancia. Creo no sea este el mundo virtual que deseamos para nadie, sino el del bien generalizado. Piénselo un poco. Que tenga un buen día.
Luis Humberto.